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Maratón 2/3

-Intenta no quedarte dormido mañana. Si no, me voy solo y ahí verás cómo te la las arreglas. – Solté una risita cantarina, logrando que Liam soltara un suspiro desde el otro lado de la línea.

Me había llamado para prácticamente, ordenarme que me fuera a dormir. Según él, no quería repetir lo que sucedió el día anterior. Volví a sonreír.

-Eres malo, Liam – dije, con voz dolida -. ¡Mira que decirme que me vaya solito a la escuela es cruel! ¡Se supone que nos amamos! – dije con dramatismo. Pude escuchar como Liam soltaba una risita.

-¿Qué nos amamos? ¿Y qué sigue ahora? – Dijo con ironía -. ¿Casarnos ilegalmente? ¿Y tener cuarenta hijos?

-¡Por supuesto que sí! – Sabía que él se lo tomaba como una broma. Pero para mí, era muchísimo más que eso. ¡Yo de verdad quería casarme con él! No sé si ilegalmente, pero... ¡De todas maneras quiero casarme con él!

-Estás loco, Nialler - dijo con voz suave. Sonreí –, de todas maneras, eso no estaría tan mal – ¡Oh Dios! Casi me eché a llorar patéticamente cuando dijo eso.

-Pero aún así me amas – afirmé con seguridad. Liam rió suavemente, mandando miles de corrientes eléctricas a mi corazón.

-Sí, loco, extraño, y dormilón aun así te amo – Espera un momento, ¿Debería tomarme eso como una especie de confesión? ¡Oh Dios mío, Liam me ama! – Ahora, ve a dormir. Es una orden – Sonreí idiotamente.

-Ya, ya voy. Buenas noches, Leeyum – susurré el apodo con dulzura. Pude sentir como Liam suspiraba.

-Buenas noches, Nialler – dijo, con cariño.

Luego de eso, sentí el pitido del celular, había colgado. Sonreí como un verdadero tarado, antes de tomar una almohada y esconder mi rostro en ella, tenía una sonrisa que no podía quitar de mi rostro, y de cierta manera era comprensible, ¿No? Estoy enamorado, y creo que la persona que amo, me corresponde.

Me dormí sin quitar ese pensamiento de mi cabeza.

A la mañana siguiente, desperté justo a la hora. Salí disparado de mi cómoda cama, y me fui a bañar. En todo el tiempo que estuve en la ducha, no dejé de pensar en él. Realmente, debo de estar loco.

Bajé a tomar desayuno. Mi padre tomaba una taza de café, en tanto leía el diario con el entrecejo fruncido. Mamá cocinaba algo, aún con su bata de un rosa pálido en su delgado cuerpo.

-¡Buenos días! – saludé animadamente, antes de sentarme en mi puesto habitual. Mamá me sonrió dulcemente, antes de dejar un plato lleno de comida frente a mí. Mi estómago gruñó, y recién en ese momento, fui consciente del hambre que tenía.

-Buenos días, hijo – Saludó mi papá, cerrando el diario y dejándolo a un lado, para luego mirarme con una dulce sonrisa en sus labios, que yo no me demoré nada en corresponder.

-¿Liam vendrá por ti, amor? – preguntó mi madre, en tanto se sentaba al lado de mi padre, y me observaba con sus ojos, casi completamente iguales a los míos.

Sonreí como idiota en cuanto escuche el nombre del chico al que amo.

-Sí. Ya debe de llegar. Tengo que apresurarme, el otro día casi llegamos tarde porque me quedé dormido – Sonreí con vergüenza. Mamá rió.

El resto del desayuno pasó normal. Mis padres hablaban sobre no sé qué cosa. Aunque, realmente no me importaba. De hecho, me daba exactamente lo mismo, mientras no me involucrara a mí.

Tal vez, pude evitarlo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora