Epílogo.

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  Siento la brisa fresca en mi rostro, y sonrió con los ojos cerrados. Las manos de Liam rodean mi cintura con una lentitud que rodea con la maldad. Me muevo para quedar más cómodo entre sus brazos, acostumbrándome rápidamente al calor que irradia su cuerpo, y que me llena de su maravilloso olor que me hace flotar en el aire.

La playa se ve hermosa, con el sol ardiente dándome en los ojos y en el rostro. Es un día fantástico para venir a pasar un tiempo agradable. Liam estuvo insistiendo bastante tiempo para que aceptara la idea de salir de casa. En realidad, no es que no lo deseara, pero aún es difícil aceptar que esta será la primera vez que vengo a esta playa sin mis padres.

-¿Ni? – su voz me saca del letargo en el que estaba sumergido. Lo miro con una sonrisa leve, siendo plenamente consciente de sus ojos marrones que me observan fijamente.

-¿Sí? – pregunto, con una media sonrisa.

-¿Está todo bien? – pregunta de vuelta. Me volteó para mirarlo fijamente. Rodeo su cuello con mis brazos y le beso dulcemente en sus labios afelpados.

-Perfectamente.

Liam parece satisfecho por mi respuesta y me besa un poco más. Me separo de él con una sonrisita traviesa y camino hacia Harry, que se encuentra en la parte trasera del coche, sacando un bolso de gran tamaño.

-Lou insistió en que todo esto era necesario – dijo en voz baja, como si estuviese justificando el tamaño casi descomunal de aquella cosa.

-Lo imaginé – dije, con una sonrisita que Harry correspondió –. Te tiene absolutamente domesticado, cariño.

-No necesito que me lo recalques – dijo con los labios apretados. Sonreí abiertamente, coloqué una de mis manos en su espalda y acaricié con dulzura.

-Yo también lo estoy con Liam. No tienes de qué avergonzarte.

Lo dejo aún intentando sacar todo lo que era "necesario" para un día de playa entre amigos.

Louis estaba mirando su teléfono sin prestar ni la más mínima atención a todo el altercado que Harry y yo acabábamos de tener. Sus dedos pequeños se movían por la pantalla con agilidad y precisión. Lo miré fijamente, hasta que levantó esa mirada azulina oculta por sus lentes de sol.

-¿Qué pasa? – preguntó con esa vocecita aguda que a Harry volvía loco.

-Tú novio está sufriendo con esa maleta que lo has obligado a traer.

-Es sólo lo necesario – se defiende, frunciendo el ceño.

Me río, y desordeno su cabello.

-Lo sé – digo guiñándole un ojo –. Pero él no.

Liam se acerca a mí y toma mi mano con esa sonrisa que nunca desaparece de su rostro y de la que cada día que pasa, me enamoro más. Las ya conocidas mariposas revolotean en mi abdomen, demostrándome otra vez cuánto lo amo.

-¿Vamos? – pregunta con esa voz dulce que me hace delirar.

Asiento, siguiendo su caminata hacia la playa. Me quito los zapatos cuando estamos a punto de llegar a la arena. Liam imita mi acción y ambos caminamos descalzos por la playa, sintiendo el olor del mar profundamente impregnado en nuestras narices y la arena cálida entre nuestros dedos, haciéndonos cosquillas.

No hay gente en la playa, está absolutamente desierta. Cosa que hace que mi corazón revolotee, pensando en las cosas que Liam y yo podríamos haber hecho de haber estado solos en la playa, pero las pisadas de Harry detrás de mí, hacen que sepa de una vez que nada de eso podrá ser realidad.

Zayn no había podido venir. Había alegado que no quería estar entre medio de parejas asquerosamente cursis y acarameladas entre ellas, pero todos sabíamos que, en realidad no había podido venir. Su hermana mayor se casaría en tres semanas y él era el padrino. No podía darse el lujo de una escapada a la playa con tantas cosas que organizar.

-Vale, ya está todo – Harry dice, extendiendo una toalla en la arena y recostándose sobre ella, con un jadeo escapándose de sus labios. Louis se pone a su lado y comienza a extender bloqueador por su espalda. Río.

Liam se recuesta sobre la arena y me atrae hacia él. Escucho los latidos de su corazón que se mezclan con el suave oleaje de las olas. Y no puedo evitar que mis ojos lagrimeen un poco ante el recuerdo de mis padres. Y de mi Lily.

Es difícil aceptar que las cosas no van a cambiar.

A pesar de que soy increíblemente feliz con Liam y con la vida que tenemos juntos y que no la cambiaría por nada, aún es un dolor en mi corazón que me ataca de vez en cuando. Sobre todo cuando siento esa enorme plenitud y tranquilidad. Es triste darse cuenta de que en esta vida maravillosa que llevo ahora, no está mi familia para compartirla conmigo.

-Hey – Liam me llama, con esa voz que me enloquece -. ¿Todo bien?

-Por supuesto – murmuro, enfocándome en sus hermosos ojos, que me transmiten una tranquilidad alucinante.

De todas maneras, a pesar de que hay días en que los extraño, sé que no haría nada por cambiar los hechos. No sacrificaría el amor y la hermosa relación que tengo con Liam por absolutamente nada.

Porque lo amo.

Como nunca esperé amar a alguien.

Y absolutamente nada lo va a cambiar.

-Liam – lo llamo, con el viento suave desordenándonos el cabello y el corazón latiendo fuertemente -. Te amo – digo, con el corazón en la garganta, dolorosamente consciente de cuánto en realidad lo amo –. Y no sabes la suerte que tengo de estar contigo.

-No amor. La suerte la tengo yo.


Ahora sí el fin. Gracias por el apoyo.

Tal vez, pude evitarlo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora