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Una vez que dio el horario en que las clases terminaban, ambos cogimos nuestras mochilas y nos fuimos caminando a mí casa. La mano de Liam estaba junto a la mía con nuestros dedos entrelazados. No podía parar de sonreír como un imbécil por nuestras manos unidas.

La gente que pasaba por nuestro lado se nos quedaba mirando fijamente, sin disimular nada. Pero a mí no me importaba. Después del gran y hermoso discurso que le había dicho mí Liam a ese sujeto, no me interesaba lo que nos podían decir.

Pero en el momento en el que llegamos a mí casa, no pude evitar el impulso de soltar su mano. Liam me miró con la duda pintada en sus hermosas y dulces fracciones.

-Em, ya sabes, mi madre ella, no... - Intenté explicarme. Pero por la mirada que me dio mi novio, supe que había entendido.

Mis padres nunca habían sido de ese tipo de personas que eran tolerantes con la diversidad sexual. Por el contrario, detestaban ver gente del mismo sexo cogidos de la mano. Y eso lo sé porque una vez vi las caras que hicieron cuando vieron a dos mujeres con sus dedos entrelazados.

Y es por eso, que no era que me hacía mucha ilusión decirles a mis padres que estaba saliendo con Liam. Probablemente, se lo tomarían muy mal.

Entramos a la casa. Liam venía detrás de mí con su cara seria que a mí personalmente, me parecía muy sexy.

-¡Hola, chicos! – dijo mi madre con una media sonrisa. Que se fue desvaneciendo poco a poco al ver que Liam tenía una de sus manos en mi cintura. Mi novio, al darse cuenta, la quitó de inmediato.

-Hola, Maura – dijo Liam, con una dulce sonrisa en sus labios. Se acercó a mi madre, dándole un beso en la mejilla.

-Hola, mamá – Mi madre se acercó a mí antes de besarme suavemente en la frente. Uff, no sospechó nada.

-¿Te quedas a comer, Liam? – preguntó mi mamá, mirando a mi hermoso chico con una sonrisa casi imperceptible.

-Um... Si no soy una molestia, creo que sí. Pero tengo que llamar a mi madre para avisarle – Mi mamá asintió, entrando rápidamente a la cocina, seguramente a mirar la comida.

Liam me miró por el rabillo del ojo, antes de coger su mochila para buscar su teléfono celular.

Mirando hacia la cocina para cerciorarme que mi madre no nos veía, lo cogí de la mano, prácticamente arrastrándolo hacia mi habitación. Liam soltó una ligera carcajada.

Una vez que estuvimos en mi cuarto, con la puerta cerrada, pude besarlo como quería hacerlo desde que llegamos a casa. Liam puso ambas manos en mí cintura, acercándome a él, en tanto yo enterraba mis manos en su cabello marrón que tanto amo.

Sus labios devoraban los míos con destreza, mordiéndolos en ocasiones y lamiéndolos en otras.

Joder, Liam es un besador increíble.

Espera, ¿qué?

Sí Liam es un besador jodidamente genial, significa que él ya sabía besar, por lo tanto, significaba que...

 ¡Liam ya había besado a alguien!

Casi sin proponérmelo, acabé con el beso, dejando a Liam con una duda del tamaño de Júpiter, mirándome asombrado por mi forma tan abrupta de cortar aquel delicioso beso que estábamos compartiendo.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien? – preguntó con su maldita voz ronca extremadamente sexy y provocadora.

-T-tú... ¡Tú besas demasiado bien! – grité, mirándolo acusadoramente. - ¡Tú ya habías besado antes! – Liam bajó la mirada, avergonzado. Lo miré con la boca desencajada. - ¡¿Sí has besado antes?!

Tal vez, pude evitarlo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora