Capítulo 41- ¿Qué hiciste?

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(Solo duerme... Solo sueña...)

[...]

—¡Deja de ser tan amargado Gabriel!—

—¡No soy un amargado!, ¡es casi media noche, Emilie!—

—¿¡Acaso no estas contento porque tu amada, adorada, hermosa, cariñosa, grandiosa y humilde esposa haya vuelto!?—

—¡Claro que lo estoy!, ¡no sabes cuanto tiempo estuve buscándote!—

—¡Pues no lo parece!, ¡no quieres hacer una pequeña cena en honor a tu esposa!, ¡tacaño!—

—¿Yo?, ¿tacaño?, ¡invitaste a toda la clase de Adrien!—

—¡Son amigos de mi niño y quiero conocerlos!—

Bueno, no sé si entendieron lo que acaba de pasar así que lo resumiré.

Cuando el tomate y yo llegamos a la casa del teñido prácticamente la clase entera ya estaba aquí.

Estábamos todos haciendo una cena en honor de la señora Agreste por su regreso.

Era bastante divertido: Kim y Alix picaban la cebolla compitiendo para ver quien lloraba primero.  Sabrina y Max calculaban cuanto tiempo llevaría la cocción si ponían a tantos grados la comida.  Lila, Chloe, Rose y Juleka acomodaban los platos en la mesa; discutiendo como se verían mejor. Adrien y la señora Agreste hacían postres con ayuda de Mari. Iván y Milenne estaban ayudando a quien tuviera problemas con algo y Nath y yo hacíamos la cena principal.

Todo era bastante conmovedor, hasta que algo que habíamos estado ignorando bajó las escaleras molesto y exigiendo una explicación del alboroto.

Y ahí fue cuando empezó la pelea.

—Al fin se respira este hermoso aire familiar de nuevo.— habló Adrien totalmente emocionado y convomido.

—¿En qué tipo de ambiente familiar creciste?— preguntó Nath.

—En uno totalmente amoroso.—

Y nos alejamos lentamente de él para no romper su burbuja de felicidad.

—De acuerdo, esto seguirá en pie si...— el señor Agreste buscó con la mirada alguna cosa que lo librara de todos nosotros. Detuvo su mirada en mi, luego miró a la cocina.

—¿Tú estas cocinando?—

—¿Usted es adivino o lo dice porque tengo el delantal puesto?—

—Digamos que es uno de mis grandes talentos.—

—¿Acaso es pariente de Chat Noir?—

—¡Ema!— me gritó Adrien.

—¡Ya sé!, ¡no empieces de bocota!— me autoregañe para que el teñido no lo hiciera.—Si, yo y Nathaniel estamos cocinando.—

—Pues si su comida es digna de mi paladar, dejo que esto siga.—

Supongo que lo a dicho porque cree que mi comida es asquerosa. Lo que obviamente daña mi ego de cocinera.

—Pues que así sea señor.— me acomode el delantal molesta y me llevé a Nathaniel a la cocina. Haría la mejor cena que jamás haya probado.

(...)

—No puede ser...— decía Gabriel comiendo otro bocado de comida. —Esto es imposible...— lloraba dramáticamente comiendo más. —Esto esta delicioso.—y siguió comiendo rendido, lo que significaba, que esta cena seguía en pie.

Changement de lame, nouveau dessin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora