Changement de lame, nouveau dessin.

Capítulo 43- Un París renovado.

(Queremos volar... Pero nuestras almas... Están atrapadas...)

[...]

Recuerdo que ese día desperté abrazada a algo, supuse que era mi almohada y ni siquiera me digné a abrir los ojos.

—Tengo hambre...— dije para mi. —Tengo flojera de ir a preparar algo...

—¿Quieres que yo prepare algo?— oí la voz de alguien. No le di mucha importancia y solo respondí que si.

—Mamá, tuve un sueño super raro...— logré sentarme en la cama sin abrir los ojos aún -ya que literalmente no podia- cuando sentí que alguien se levantaba de ella.

—¿Qué?

—Soñé que yo estaba en el mundo de Ladybug... ¡Incluso tenía un prodigio!— bostecé —Marinette era super linda, también estaba Adrien, tan perfecto como siempre...

—¿Disculpa?

—¡Oh!, también soñé con Nathaniel. Éramos novios, y estaba planeando proponerle matrimonio... que mal que solo fue un sueño ¿no?

Abrí por fin los ojos al oír una risa. Y sorpresa, no era mi mamá, eran Nathaniel y  Adrien quienes se reían de mi.

De la nada recordé todo y mi rostro se sonrojó.

—Acepto.— dijo Nathaniel. —Pero no veo que estés arrodillada y ofreciéndome un anillo.

—Adrien el perfecto puede ser padrino si quieres.— le siguió la broma.

Me moría de la vergüenza, y solo pensé en aventarles la almohada.

—¡Callense!

—Yo solo tengo una duda...— volvió a hablar Adrien. —¿Quién usará el vestido?

—Que lo use Ema, si yo lo hago la dejaré en ridículo.

—¡Ay que molestos son!— me levanté de la cama y fui a la cocina. Haría que se arrepientan de burlarse de mi.

Después de unos quince minutos los chicos llegaron a la mesa, y apenas noté que solo usaban su pantalón. ¿¡Desde cuando están desnudos?!, ¡soy una chica y ellos están como si nada mostrando su desnudo pecho... Bueno, no es como que me moleste que lo hagan... digo, ¡degenerados!

—¿Qué hay de almorzar?— preguntó Adrien sentándose en una silla, Nathaniel lo siguió.

—Hay pan tostado con mermelada de fresa , huevo con tocino, jugo de naranja recién hecho, y creo que aún quedan unas galletas...

—¡Eso suena delicioso!

—Ah, y para ustedes... creo que aún queda leche en el refrigerador, no sé si ya caducó, también hay cereal simple en la repisa. Sírvase lo que gusten chicos.

Ambos me miraron molestos, y yo como buena mejor amiga y novia, mordí mi pan tratando de restregarles en la cara que mi almuerzo (si, almuerzo a las tres y media de la tarde) si era decente.

Resignados, Adrien se levantó y buscó la leche, la sacó y olfateó para ver si aún era comestible. Nathaniel se levantó y tomó el cereal y los platos junto con las cucharas.

Tristemente se sentaron de nuevo en sus sillas. Nathaniel sirvió el cereal en ambos platos y después me miró, yo tomé un trago de mi jugo. Adrien sirvió después la leche, y al terminar me miró, yo mordí de nuevo mi pan.  Ambos tomaron su cuchara y comieron un bocado, luego me miraron con ojos de cachorrito y haciendo pucheros.