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   Castiel apareció en el búnker todo ensangrentado. Dean, quien le daba una ojeada a un libro para un nuevo caso, se levantó de inmediato a socorrerlo.

—¡Sammy! —gritó con todas sus fuerzas.

—Dean...

—Tranquilo. Demonios, Cas. Estas destrozado, ¿qué sucedió? —el ángel cayó en un pequeño sofá. Tenía heridas por todo su cuerpo y la sangre no se detenía. —Déjame... —comenzó a quitarle la gardina y su camisa. Sam apareció por uno de los tantos pasillos del lugar.

—¿Qué sucedió?

—No lo sé, sólo apareció en este estado. No dice nada —. Dean tomó el rostro de Castiel entre sus manos, sus ojos apenas estaban abiertos. Sam se movía de un lado a otro, abriendo libros y buscando ingredientes. —Cas, háblame, Muévete, dame señales de que no voy a perderte —. Luego de unos largos segundos para Dean, levantó su mano hacia el rostro del rubio. Castiel juntó las pocas fuerzas que le quedaban para hablar.

—Tengo algo aquí —señaló su pecho.

—¿Qué? ¿Qué tienes? —preguntó desesperado Dean. Quizás fue su imaginación o tanto dolor estaba volviendo loco a Castiel, pero sus labios alcanzaron a gesticularon apenas un "te amo".

Sam volvió con una pequeña taza que olía muy mal. Tomó el rostro de Castiel y lo hizo beberlo. Tosio y se desmayó por completo.

—¡Sam! —gritó Dean —. ¡Lo mataste!

—Despertará después de un rato. Llevemoslo a su dormitorio.

Lo movieron hacia su habitación, limpiaron un poco su cuerpo y lo dejaron descansar. Dean aún estaba atónito por todo lo sucedido, ¿que le había sucedido a Castiel? ¿el realmente había intentado decir lo que creyó? No le quedaba más que esperar pero la curiosidad y desesperación lo carcomian por dentro. Si aquello era verdad, ¿que le diría? ¿Cómo reaccionaría? ¿el lazo que habían creado seguido siendo el mismo? No quería perderlo, no de esa manera.

—¿Dean? —Sam pasó su mano por enfrente de su cara —. Dean, tu cerveza ya está caliente.

—¿Qué? —fruncio el ceño. Estaba sentado en la mesa con una cerveza entre sus mano —. ¿Cuando...?

—Tuviste la mirada perdida durante mucho tiempo —. Sam, quien tenía un libro en las manos,  lo miró burlón.

—Si, iré a buscar otra —. Se levantó con torpeza de su asiento y se dirigió a la entrada.

—Hay muchas en el refrigerador.

—Necesitamos más —. Entre escalón y escalón se tropezó hasta llegar a la entrada. Colocó las llaves en su impala y comenzó a conducir.

Castiel despertó al anochecer. Estaba algo confundido pero logró recordar todo: la pelea, la aparición en el búnker y...
No lo podía creer. Lo había guardado por tanto tiempo y la desesperación del momento lo había hecho soltarlo. Se levantó y volvió a caer sentado en la cama. Quizás no quería levantarse y enfrentar su realidad en ese momento.

Luego de un para de minutos allí sentado salió hacia el centro del búnker. Allí estaba Sam comiendo, parecía que no se había levantado en horas de su asiento.

—¿Dónde está Dean? —preguntó tomando asiento.

—¡Cas! Despertaste —Sam hizo una mueca —. Deberías limpiarte y eso...

—¿Dónde está Dean?

—Salió hace un par de horas, no volvió desde entonces —. Contestó rendido.

Dean no volvió hasta el día siguiente en la tarde. Para entonces Castiel y Sam estaban en sus habitaciones. Intentó hacer el menos ruido posible, pero el ángel tenía sus sentidos al máximo para cuando el llegara.

—¿Dean? —Castiel se levantó de inmediato y le impidió el paso a su cuarto, inconcientmente claro —. ¿Por qué te fuiste? ¿en donde estabas? ¿estas bien? — aquellas fueron una de las tantas preguntas que Castiel le hizo a Dean. Lo miraba con el ceño fruncido y su cabeza ladeante hacia un costado.

—Cas, estoy cansado. Necesito dormir —. Su tono era cortante.

—Dean, yo... Ne-necesito hablar contigo —. Tartamudeo.

—Castiel...

—Y-yo se lo que dije y-y...

Dean cambió su postura a una firme. Su espalda se enderezo y su mentón se alzó.

—Quizás sea mejor dejar esto para otro momento —. Intentó moverlo pero fue inútil.

—Yo... No... —nada en concreto salía de la boca de Castiel y eso desesperada aún más a Dean.

—No hay nada que hablar,  Castiel. Yo no te quiero, al menos no de esa manera.

Dean continuó por el pasillo dejando a Cas con un corazón roto y lágrimas en los ojos.

 Destiel |One Shots| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora