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Castiel caminaba en dirección a su nuevo apartamento. Llevaba una bolsa en mano, había vuelto de la tienda sin el resultado su esperaba.

—Hola —saludó a quien supuso que era el plomero. Su camisa beige hacia juego con las paredes de los pasillos.

—Humm, hola —. Apartó la vista de su trabajo y lo miró.

—Me mudé al 3G —. Señaló la puerta de su apartamento.

—Mucho gusto —. El rubio de ojos verdes lo vio con confusión. Dean se tomó el tiempo de recorrer sus facciones.

—¿Podrías venir a mi apartamento?

—¿Qué? —Dean seguía sin entender, abrió su boca para hablar.

—Si puedes pasarte por mi apartamento hoy, tengo una gotera de agua—. Comprendió de inmediato, relajó sus facciones y sonrió un poco para seguirle el juego.

—Oh si, ahí voy a estar —. Lo apuntó con su herramienta.

—¡Gracias! —continuo rumbo a su nuevo hogar dejándole una pequeña palmada en el hombro al plomero al pasar por su lado.

Dean lo persiguió con la mirada sonriendo sin que el muchacho se diera cuenta. Castiel sacó sus llaves y le dio una rápida mirada al hombre.

—Listo. Sólo necesita un ajuste y...
—Eso es maravilloso —. La mirada de Castiel iba y venía por la figura de Dean, mientras que este reparaba su gotera. Llevaba puesto lo mismo que en la mañana.

Un sonido y varias gotas de agua se plasmaron en la cara del rubio. Cas soltó una pequeña carcajada mientras que el se quitaba la camisa y secaba su rostro. Quedando sólo en remera, le arrojó su camisa a Castiel fingiendo enojo.

—Disculpa, fue gracioso —. Dijo mientras la tomaba y la ponía en su hombro. Observandolo sonriente, pensó alguien tan guapo como el debía de tener a alguien a su lado.

Habiendo terminado, recogió sus cosas y se dirigieron directo a la puerta. Cas, extendió unos billetes en su dirección una vez que Dean traspasó la puerta.

—Oh, no te preocupes. Fue gratis. Vivo en el 7G por si necesitas algo o mi número —. Señalo una puerta a unos metros de ellos y le dio un papel pequeño. Minutos más tarde alguien golpeó su puerta, debió haber olvidado algo.
—Soy el plomero, me informaron que el departamento tenía una gotera —. Un hombre barbudo de su estatura sonrió.


Al siguiente día, se emprendió en terminar de acomodar su departamento. Movió algunos muebles para acá y otros hacia allá, metió su ropa en uno y sus libros en otros. Cuando terminó era casi medio día y decidió comprar algo de comida. Bajó las escaleras, no le gustaba tomar el ascensor, le daba miedo la posibilidad de quedar ahí encerrado.

A su suerte encontró un  supermercado a dos calles de su edificio, el cual parecía más grandes y con más contenidos. Recorrió góndola por góndola dispuesto a llenar su heladera, paso por la estantería de vinos y no le pareció mal adquirir uno, sólo por si se presentaba la ocasión. Volvió cargado de bolsas, subió piso por piso con estas.

—Disculpe —chocó con alguien. Castiel venía realmente distraído, casi siempre lo estaba cuando andaba sólo o algo no le generaba importancia —. Eres tu otra vez —. Reprimio una sonrisa.

—Soy yo otra vez, Dean.

—Oh no, mi nombre es Castiel —. Ladeo su cabeza. Dean soltó una carcajada.

—Me refiero a que mi nombre es Dean —. Se señaló con sus pulgares —. La señora Mcfly me dijo como te llamabas.

Castiel comprendió, la señora Mcfly era una anciana, esposa del señor Mcfly. Martin, según había entendido.

 Destiel |One Shots| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora