Confía en mí.

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Yuuri, hay 10 reservaciones en las termas , atiende a los clientes durante el día, yo me ocupare del resto.

Asintió sin reprocharle a su madre y se dirigió a registrar la llegada de los turistas hablándo en un perfecto manejo de su inglés.

Bienvenido a las termas de Hasetsu, le deseo una buena estadía.

Sonrió falsamente y regresó a esa expresión seria y sin vida, era como si el brillo de sus ojos se hubiese ido y la alegria de su cara se marchó dejando rastros de marcas de buenos momentos. Estornudó con fuerza oyendose por toda la pequeña oficina, se sentía mal, debía aceptarlo, al menos su fiebre se había ido, todo gracias al ruso que a voluntad propia se ocupó de él anoche.

Pensar que lo juzgué de mala forma, ha pasado tanto tiempo que ya obviamente todos han cambiado, seguramente, hasta yo...

Pensó nostálgico.

Dónde habrá quedado mi yo verdadero, sé que esto no soy yo, pero, es la única forma de que ya no sigan teniendo lastima de mí, de que sigan pensando que soy débil por fracasar otra vez. He fracasado en tantas cosas, Les he fallado nuevamente y la verdad es que ya no sé cómo salir de esto, no lo sé y tampoco tengo ánimos de hacerlo.

Tomó un gran respiro, era como si el aire se le acabase y nuevamente se ahogó pero a causa de la repentina aparición de Mari que se pasaba a su lado de la recepción.

Ve a descanzar, te ves debastado, más de lo que ya se te nota.

Comentó con una mirada de desinterés, aunque era sólo por no  hacer sentir mal a Yuuri, sabía perfectamente cómo era su hermano y tratándolo de esa forma, podía hacer confiar al otro de que no sentía pena por él.

Ya vete, yo me encargo.

Yuuri estaba pensando en negarle su exigencia pero necesitaba descanzar y qué mejor yendo al Ice Castle, dónde recordaba su infancia y trataba de descubrir aquel niño iluso y lleno de optimismo por llegar a la cima. Todos los días, cada vez que podía, trataba de ir al menos por una o dos horas, sacaba los patines, se sentaba y los dejaba a un lado suyo en el suelo, algún día su Yuuri pequeño debía  aparecer de la nada y decirle  "Si te esfuerzas, puedes lograrlo todo."

~Recuerdo~

¡Yuko-Chan! Quiero patinar y ser igual que Viktor.

Dio saltitos de emoción cuando él y su compañera observaban atentamente el campeonato de los 4 continentes, por fin se presentaba Viktor Nikiforov, el ruso que irradiaba belleza, delicadeza y sensualidad con aquel largo cabello y hermoso rostro con unos bellos ojos azules.

Wow, hizo un toe-loop triple.

Susurró Yuuri dónde sus ojos brillaban como miles de estrellas.

Sus cuadruples son perfectos...

Tú también podrás hacerlos Yuuri, si te esfuerzas, podrás lograrlo todo.

Dijo Yuko emocionada.

~Fin recuerdo~

Hay  cosas las cuales no se pueden expresar con palabras, el cuerpo las demuestra y causa una sensación en la piel como si se erizara, pero ahora ni mis labios ni mi cuerpo saben como sacarlas a flote. Estoy totalmente bloqueado. Sólo siento ira y decepción

Observó el hielo y cómo Takeshi lo nivelava con aquella gran maquina.

La superficie debe estar lisa, se siente como volar cuando recién lo nivelan.

Escuchó una voz a su lado e inconscientemente respondió.

Sí, se siente como libertad.

Yuuri se sobresaltó al responder a aquella voz, miró a su lado y volvió a observar la pista.

Tú pareces un ave realmente hermoso cuando patinas. Ahora realmente lo disfrutas.

El rubio abrió los ojos como platos al oírle y un pequeño sonrojo se asomó en sus mejillas, era valioso recibir al fin un halago por su trabajo, sobre todo de quién admiraba aún.

¿Por qué odias el patinaje?

Preguntó osadamente a riesgo de que éste se molestara.

El patinaje me dio felicidad pero también me hizo miserable, no es odio, si no, decepción. Sacrifique mucho y perdí muchas cosas.

El rubio asintió y trató de ponerse en su lugar, pero era difícil analizar a alguien que con una palabra que diga, en ellas se escodan muchos secretos. Cuando por fin lograba acercarse al japonés no sabía que mierda decirle para que saliera de ese estado. Gruñó y apretó su mandíbula por lo que el pelinegro se dio cuenta pero lo ignoró y siguió en sus pensamientos.

Confía en mí...

No se le ocurrió nada más ingenioso si no la típica frase que tal vez el otro malinterpretara como si se lamentase por él.

Me iré al infierno...

Pensó Plisetsky. Negó varias veces y vio como el otro se levantaba, al parecer sí la había cagado pero nada fue lo que él pensó, Yuuri se paró en frente de él y dio una cuántas palmaditas en su cabeza, el ruso con la mirada gacha giró sus ojos hacia arriba percibiendo una leve sonrisa del Katsudon que se retiraba a la salida, no podía quedarse allí, no podía dejarlo sólo aunque asfixiara a Yuuri con su presencia, corrió desesperado tras el japonés viendo de lejos como se marchaba con las manos en los bolsillos.

¡YUURI, DE VERDAD PUEDES CONFIAR EN MÍ! ¡CONFÍA EN MÍ, POR FAVOR!

Gritó a todo pulmón y logró ver como el mayor se giraba sorprendido. Esperaba algún grito devuelta o alguna señal con la mano. Nada. El pelinegro se quedó allí parado agachando la vista, parecía pensativo, molesto, triste, ¿Qué mierdas sentía Yuuri? El rubio seguía esperando algo y lo que recibió, fue una mirada fija hacia él, que se mantuvo por unos segundos y se desvío nuevamente acompañado de una disimulada sonrisa en sus labios hasta girarse e irse, siguiendo el paso, posiblemente a su hogar.

Supongo que eso fue un "Lo pensaré" Vaya que eres difícil de decifrar, Katsuki Yuri.

Sí que lo era, en realidad no supo que significaba esa sonrisa que no era alegre si no, misteriosa o tranquila, era difícil darle un significado. Cuando el rubio regresó, Yuuri ya estaba profundamente dormido, se vistió rápidamente y se acomodó en la cama de lado, para que sus ojos estuvieran perfectamente fijos en la cara del japonés que lucia sereno en su sueño, sus camas no se encontraban muy lejos así que estiró uno de sus brazos que llegaba sin problemas al rostro del asiático, lo acarició con ternura un rato, se veía tan tranquilo, alejado de sus problemas.

No estás solo...

Susurró estando seguro de que el otro estaba dormido y cuando estaba dispuesto a dejar de acariciarlo Katsuki tomó fuertemente de su muñeca, abriendo sus ojos a medias con esa mirada habitual de molestia, sin embargo, lo único que hizo fue nuevamente posarla en su rostro, como si le dijera indirectamente que siguiera acariciandolo cosa que Yurio siguió haciendo confuso y totalmente nervioso, Katsuki volvió a esbozar esa misteriosa sonrisita casi imperceptible y lentamente soltó de la muñeca del ruso para después darle la espalda y taparse hasta la cabeza.










(¡Por favor, Sigan leyendo! Espero que les haya gustado este capitulo. 💙🐽
Atte: Beork)

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