Mi verdad.

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Cada mañana ambos se levantaban una hora antes de partir al entrenamiento, lo hacían para tener el tiempo suficiente de desayunar, preparaban unos omelets y un energizante café y se iban a la habitación nuevamente, ya que al amanecer aún hacia mucho frío. Yuuri era más abierto con Plisetsky que escuchaba atentamente las instrucciones del Katsudon cuando éste le recordaba qué cosas debía mejorar y que otras estaban a la perfección, sólo quedaban cuatro días para regresar a Rusia y eso les apenaba tanto cuando descubrieron que se necesitaban que se esmeraban en no recordar que el tiempo era muy limitado y debían disfrutar al máximo.

En camino al entrenamiento, durante la penúltima semana se detenían en la playa y se sentaban un momento allí para recordar la promesa de estar juntos hasta el final del corto viaje y que su amistad no se rompería por nada, aunque trataban de no hablar del tema, siempre terminaban prometiendo que se visitarían el uno al otro.

Vendré todos los años en el mes de Febrero.

Dijo confiado en su regreso el ruso, mientras que Yuuri.

Y yo iré en épocas de invierno antes de navidad.

Sonrieron y se levantaron para caminar unos cuantos metros hasta entrar en el Ice Castle, Yurio por una parte fue a prepararse y Yuuri acomodaba el equipo de música y sacaba su cuaderno dónde anotaba las cosas más importantes de la rutina del ruso que iba mejorando fugazmente, aunque eso nunca le sorprendió, sabía del talento de Yurio y no necesitaba que éste se lo comprobase.

¡A la pista! Apresúrate que debemos ver ese asunto de los Quads.

El ruso entró prácticamente hecho un tanque veloz a la pista y como era de costumbre calentaba sus tobillos haciendo uno que otro salto en falso recordando cada paso que correspondía.

Fueron varias las repeticiones del programa, el rubio sudaba como nunca y el calor corporal era de notarse en su enrojecida cara que parecía un tomate, lo cual no pasó desapercibido por el japonés que se burlaba de su aspecto y así uno que otro insulto recibía de parte del ruso.

Bien, ¿Seguro que harás 4 Quads?

Estoy seguro, me has entrenado bien, ¿Crees que te fallaré?

Cuestionó el ruso que miraba con burla al asiático que se quedó pensativo al respecto y sin más sonrió ladino plasmando sus negros ojos en el adverso.

Hm, yo confío en ti.

Se quedó mirando al ruso por largo tiempo con una expresión que podía transmitir aquella firmeza de sus palabras, algo que hizo que Plisetsky se sonrojase levemente.

¿Sabes? Podríamos ir a comer fuera de casa hoy.

¿Salir?

, creo que mereces un descanso.

Lo opuestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora