Lo opuesto

Impulso

¡Ashú, ashú!

Desperté con un fuerte picor en la garganta y mi nariz por cualquier cosa me hacía estornudar bulliciosamente, seguramente habré despertado a Yurio, pero al girarme resultó que no estaba, su cama estaba perfectamente ordenada.

¿Se habrá ido?

Me levanté de golpe y corrí a la sala de la familia, todo estaba muy silencioso, cierta parte de mi estaba molesta por que el mocoso se fue sin avisar, está bien para mí, otra molestia menos. Suspiré y quise ir a la cocina en busca de agua, tenía la garganta irritada de tanto forzarla, a medida que me acercaba a mi objetivo un olor casi familiar alcancé a oler, pues mi olfato en estos momentos no era de lo mejor, seguramente mamá estaba cocinando una receta nueva, ignoré por completo mi necesidad por agua así que mejor fui al baño a asearme.

Salí en cuanto estaba listo y así  abrir las puertas del negocio, arreglando algunos papeles desordenados en la recepción de las termas dónde mi estómago crujió por falta de comida, no había desayunado, además apenas eran las 5 de la mañana.

Espera... Mi madre nunca se levanta a las 5 am.

Mi madre se levanta aproximadamente a las 6:30 de la mañana ¿Por qué ahora sería la excepción? Volví al pasillo que me dirigiría a la cocina y en cuanto llegué, no había nadie, sólo unos cuántos ingredientes sueltos y unas pasitas esparcidas en el mueble donde ocurría la magia.

Okey, esto es muy raro.

Frunci el ceño, algo raro pasaba, Yurio no estaba, alguien estaba cocinando a escondidas. Corrí a mi habitación por unos zapatos ya que aún estaba descalzo, en cuanto entré a la habitación percibí ese olor nuevamente, sorprendido vi una pequeña bandeja sobre mi cama y un rubio que sentado en ella me miraba con mala cara.

Te preparé el desayuno.

Me dijo impaciente.

Pensé que te habías ido.

Sentí un alivio en el pecho en cuanto lo vi. Pirozhki, a Yurio le encantaban, ya que los hacía su abuelo desde que era pequeño, aunque nunca pensé que supiera cocinar.

Pirozhki de cerdo.

Asentí en cuánto los probé, realmente cocinaba muy bien.

Dejé unos para tu familia, supongo que no los han probado.

Negué respaldando su suposición acertada.

Comí en silencio, sentado a su lado, no podía negar que aquella atención fue un punto más para no ser tan desagradable con él, estaba consciente del trato que le daba aunque más me sorprende el trato que me daba él a mí, es muy amable, ha soportado con paciencia mi carácter, sonríe más que antes y es cariñoso. Supongo que ahora que es mayor de edad a cambiado o...

Sientes lástima por mí, ¿No?

La atmosfera se quebró de repente, Katsuki dejó caer el Pirozhki en la bandeja y el brillo de sus ojos se encontraba totalmente nulo, como si fuese a quitarle la mascara al traidor que hace tiempo había descubierto y ahora sólo lo ponía a prueba para ver hasta dónde llegaba su mentira.