Especial: Recuerdos.

190 26 1
                                    

Ah, ya sólo quedan días para el campeonato, antes de ayer le envié un mensaje a Yurio mientras estaba ebrio ya que ese día fui con Viktor a beber a un restaurante cercano a la pista, lo bueno, es que no nos han descubierto ocupando el gimnasio, he avanzado mucho y al parecer he recuperado mi amor por el patinaje y lo más importante, mi estado físico para ejecutarlo como corresponde. Extrañaba estar sobre el Hielo, extrañaba a Viktor y sus exigencias, aunque ahora no tanto ya que dice que puedo hasta entrenarme por mi cuenta.

Ah, Yuuri, ya cerrarán, hay que irnos.

Sí, voy de inmediato, adelantate.

Salí de la pista y fui a ponerme mis zapatos, ¿Hace cuánto no sentía mi cuerpo al extremo, a ese punto de sentirme una pluma haciendo esos saltos? ¿Hace cuánto me había dejado a mi mismo? Me acerqué a la orilla, observando la pista y de un momento a otro sentí como una presencia se asomaba por mi hombro rodeando con sus brazos mi pecho.

¿Recuerdas cuando patinamos juntos en la exhibición? ¿Aquél año en que empezó todo?

Lo recuerdo muy bien. Te extrañé...

Sinceró al peligris que escondía su rostro en el cuello de Yuuri quién miraba nostálgico el hielo.

Yo también, más de lo que crees, más de lo que debería. Fuiste mi inspiración para seguir creando cosas nuevas, Yuuri. ¿Sabes?

Dime.

Ahora nuevamente me inspiras.

¿Ah? ¿Porqué?

Porqué estás aquí, superandote con esa fuerza que no he visto en nadie, te levantaste desde ese pozo en el que te sumergirte y volviste a nacer.

Katsuki sonrió.

Volví a nacer porque no sabía que el amor es lo que sana todo. La única respuesta en mi vida era amor, y la evite por tanto tiempo, tenía miedo, sentía que no estaba listo para sentirlo, para vivirlo y de repente sin querer, caí y no sé cómo manejarlo.

Yo aprendí por ti lo que es el amor, ¿Cómo podrías evitarlo si tú fuiste el que me enseñó?

No lo sé, quizás pensaba que enseñarlo era más fácil que practicarlo. ¿No crees?

Gracias. Nunca te lo dije. Gracias por todo.

De nada, Viktor, no hay de qué.

Esta vez ambos se fueron caminando, atravesando aquella larga avenida de árboles del parque que empezaba a alumbrarse  con los faroles, reían por recodar ciertas situaciones divertidas cuando más jóvenes hasta que en una banca Katsuki se fijo en un minucioso detalle en una de las manos de Nikiforov, la agarró sorprendido y en cuánto miro los ojos azul mediterráneo del ruso se le llenaron los ojos de lágrimas y se lanzó a abrazarlo.

Lo siento mucho, lo siento mucho Viktor.

Tranquilo...

¿El motivo de su llanto? Fue por aquel anillo que le dio hace siete años prometiendole que estarían juntos hasta el final, se sintió tan horrible al saber que esa promesa no pudo ser cumplida, que había arrojado su anillo al basurero para desligarse del ruso para siempre, en esos momentos no tener ese símbolo de lealtad le hacía arrepentirse de sus actos.

Yo... Lo arrojé a la basura, te arroje al olvido, yo de verdad no sabía lo que hacía.

Yo tampoco Yuuri, yo quería ir a buscarte pero no lo sé, algo me decía que no, que ya no podía, que te perdí.

Lo opuestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora