Yo te cuido.

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¿Diga?

Respondió al teléfono Yuuri en un botezo.


¿Qué? No, ni lo pienses.


Se negó decidido pero a medida que pasaba el tiempo escuchando la voz del otro lado, aceptó, parece que le habían insistido demasiado.

Bien, iré pero regresaré temprano.

Colgó y dejó el teléfono a un lado de la almohada para acomodarse e intentar dormir otra vez, cerró los ojos pero ni siquiera duró unos minutos, los abrió y se encontró con una angelical figura que dormía en un profundo sueño, con los labios entreabiertos que se movían pronunciando palabras al azar. Yuuri pensó.

Difícil de creer que sea también así cuando está despierto.

Se levantó casi en puntas, Minako, su eterna profesora de danza lo había llamado para que asistiera a una ceremonia donde le otorgarian el premio a figura deportiva de Hasetsu que incentivaba a que más jóvenes siguieran la disciplina, quiso negarse, bueno, al principio se había resistido pero al analizarlo bien, decidió ir para mostrar una imagen decente a esos niños ilusos, aunque hace días atrás hubiese rechazado sin pensarlo dos veces. Se dirigió al armario el cual abrió lentamente para que no sonara ya que estaba cerca de la cama del rubio.

¿Para qué me preocupo?

Se cuestionó en silencio y de un golpe cerró el mueble cosa que hizo levantarse de un salto al ruso que ahora hablaba entredientes en su idioma natal con esa vieja actitud de mocoso arrogante.

¡¿Pero qué mierda te pasa?!

Yuuri sonrió divertido y se encogió de hombros.

Perdón, últimamente no puedo controlar mi fuerza.

Yurio rodó los ojos y al verlo irse por la puerta, susurró

Pirdin, ni pidi quintrilir mi firzi

Se burló con una voz aguda cosa que Yuuri pudo escuchar mirándole esta vez enfadado, Yurio al darse cuenta rápidamente se hizo el que no había hecho nada y se lanzó nuevamente a la cama. Una vez solo, recordó aquel extraño sueño.

Se sintió tan real...


Esos labios a los que había correspondido le besaron de una forma tan única, que juraba que sus labios fueron poseídos por primera vez pero por alguien a quién no podía ver ni imaginar, solo podía decir que oyó su voz, era ronca y posiblemente se trataba de un...

Era un hombre.

Se tapó la boca abriendo sus ojos como platos, sonrojándose por completo.

Yurio, vamos a desayunar...

Yuuri quedó un poco confundido al ver al rubio abrazar sus piernas y escondiendo su rostro en ellas, lo llamó un par de veces y seguía en la misma posición , eso le estaba haciendo perder la paciencia, suspiró para acercarse y sentarse a su lado.

¿Qué te sucedió?

Nada en especial.

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