~Cumpleaños~

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En mi cabeza había un huracan de recuerdos confusos entre rostros desconocidos que bailaban y se tambaleaban igual que yo, la vista la tenía borrosa y era cuestión de enfocar para que volviera a ser normal, recordaba sabores a mango, limón, café con una pisca de alcohol y meseros que constantemente me atendían y seguían entregandome copas finas, entre esas imagenes de momentos distintos aparecía él, con esa cara de preocupación, me tomaba en brazos y me acurrucaba con tal de que no pasara frío e incluso, mirandome con esos ojos tímidos donde sus mejillas se enrojecian y no podía ocultarlo. Me encuentro con los ojos cerrados en ese negro vacio que me daba imagenes al azar, debo abrirlos, las tapas están muy tibias y un olor peculiar tienen que me hace llevar mis pensamientos a una sola persona, pero era imposible, de repente me acordaba que Yuuri dormía conmigo y me abrazaba de una forma que me sentía protegido y que mi sueño estaba siendo velado, abro los ojos y nada, sólo mis sabanas cubriendome, ¿Acaso fue otro sueño? De verdad no sabía lo que realmente había pasado ayer, estaba en la fiesta tranquilamente y me encuentro en la habitación ahora.

Ah... Mi cabeza da vueltas.

Me siento a la orilla de la cama.

Yuuri no está.

Su cama estaba ordenada pero en cambio, la mía, tenía una silueta marcada en la orilla.

Quizás dormí allí también en la noche, aunque no suelo moverme de mi lado, ¿Por qué no ocupé toda la cama?

Me levanto y veo la fecha en mi celular, era mi cumpleaños pero eso no tenía mucha importancia, voy a la típica rutina de asearme.

Al menos hoy no debo entrenar.

Suspiro y voy a cambiarme, posiblemente le pregunte a Yuuri que fue lo que ocurrió o si necesita ayuda en el negocio, camino rápido por el pasillo que dirige al comedor y un olor se impregna en mi nariz,  tan familiar que me apresuro por llegar.

¿Pirozhki?

Corrí al comedor.

¡Feliz cumpleaños, Yurio!

Estaba la familia Katsuki y Nishigori con muchos Pirozhkis en la mesa y un pastel de chocolate que sin duda se veía exquisito pero lo que más buscaba no lo encontré, Yuuri no estaba, traté de que no se notara mi decepción, después de todo no es que haya hecho que Yuuri cambiase mucho, ¿O sí?

Todos se sentaron a comer los Pirozhki, Yurio al probarlos le brillaron los ojos, eran casi iguales a los que hacía su abuelo en Rusia, con el punto exacto, los condimentos equilibrados y el sabor único que detectaba su paladar. Una lágrima cayó por su pálido rostro totalmente paralizado.

¿Yurio?

Hiroko se movió a su lado dando palmaditas en su espalda para que reaccionara.

Lo siento, señora Hiroko, es que...

Lo observó esperando a que terminase.

Es que... Es como si los hubiera hecho mi abuelo para mí...

Bajó la mirada, nunca había extrañado tanto a su abuelo, sobre todo en su cumpleaños, él era el único que lo felicitaba y hacía una celebración especial, sólo los dos, nadie más.

Nunca pensé que estarías tantos días fuera de casa y sólo para ver a un amigo.

Una voz grave y desgastada se oía próximo a la puerta de entrada, Yurio se giró de inmediato y aquella lagrima se multiplicó en muchas que caían sin para en su Pirozhki, se lanzó a los brazos de la persona que más amaba cayendo al suelo ambos.

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