Conociendo a una amiga, llegada a Hogwarts

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Al día siguiente, Rini se despertó y no reconoció el lugar, pero entonces recordó lo que había pasado ayer; se levantó rápido y se arreglo, cuando estuvo lista salió y fue a la habitación de a lado a buscar al profesor. Iba a tocar la puerta, pero le dio pena, así que se quedo parada junto a la puerta hasta que salió el profesor. Rini se fijo que vestía de manera muy diferente a la de ayer, pero todavía conservaba el negro, supuso que sería la manera como normalmente se vestían las personas mágicas.

Severus carraspeó para llamar la atención de la niña la cual se sonrojó un poco. Bajaron a desayunar y de ahí se fueron al patio trasero del local. Rini se extraño de que fueran a esa parte del lugar, pero no quiso preguntar; Severus sacó su varita y tocó los ladrillos en un orden específico y cuando tocó el último ladrillo, este desapareció y comenzó a abrirse la pared hasta dejar ver una inmensa calle.

—Bienvenida al Callejón Diagon

Rini estaba realmente boquiabierta, nunca en su vida había visto un lugar como ese, una calle totalmente dedicada a la magia; el profesor le indicó que primero irían al banco de los magos, Gringotts, y después irían a comprar lo que necesitaban. Después de pasar a Gringotts (Rini todavía no salía de su asombro por el lugar) siguieron con las compras; algunas personas se les quedaban viendo, no era normal ver a Severus Snape acompañado por una niña en la calle. El último lugar que visitaron fue la tienda de varitas de Ollivander.

—Buenas tardes —saludo Severus

De la nada apareció el anciano Ollivander y al igual que toda la gente de afuera, se sorprendió de ver a Rini en compañía de ese hombre

—Ah, Severus Snape, que gusto verlo

—Igualmente Sr. Ollivander

—Pino negro, 30 cm. fibra de corazón de dragón, rígida. Muy buena para los duelos

Rini suponía que esa debía de ser la descripción de la varita del profesor y se sorprendió que el Sr. Ollivander todavía recordara de qué estaba hecha. El anciano se acercó a la niña, la cual se asusto un poco.

—Tranquila pequeña, solo te tomaré unas medidas antes de que la varita te elija. Ahora ¿con qué brazo sujetas la varita?

—Uh... ¿Derecha?

Ollivander comenzó a tomarle medidas y entonces a Rini le vino una duda.

—Disculpe... Sr. Ollivander —el anciano no dijo nada así que la niña siguió—. ¿Cómo es eso de que "la varita me elija"?

Ollivander guardo la cinta métrica y miró a la niña.

—Si hay algo que nunca debe de olvidar jovencita, es que la varita elije al mago. Es un poder que hasta ahora ningún fabricante de varitas ha entendido. Bueno, hora de probar las varitas.

Rini tardó media hora probando diferentes varitas hasta que al fin una la escogió.

—Madera de árbol de flor de cerezo, 26 cm. fibra de corazón de dragón. Excelente varita para los duelos

Salieron de la tienda y regresaron al Caldero Chorreante. Rini fue a su habitación a alistar todo de una vez aunque faltaran 3 semanas; la niña ya iba a entrar a su habitación cuando sintió una mano sobre su hombro, volteó y se dio cuenta que Severus la miraba fijamente.

—¿Se le ofrece algo, profesor?

—Quería decirle unas cosas. Uno: en Hogwarts me portaré sumamente diferente a como ve conoció en el verano —la niña asintió—. Y dos: sería preferible que use uno de sus nombres y su primer apellido, ya que así se usa en Londres

La Serpiente se enamoró de la LeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora