Las cosas comienzan a empeorar

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Todo estaba oscuro donde se encontraba —un salón grande y lúgubre— estaba de pie enfrente a la chimenea y ésta vez no se veía que ella viera todo desde el interior de Voldemort, sino que se trataba de ella misma. Se veía parada ahí enfrente de la chimenea; vestía toda de negro, era un vestido medieval negro con detalles negros y una capa negra sobre sus hombros. Tenía los ojos rojos, pero no era porque hubiera llorado, sino que la pupila ya no era café sino rojo y la marca tenebrosa de su rostro a la vista y muy negra. Lo que más le asusto fue ver que a su lado se encontraba el mismísimo Voldemort.

Ante ellos había dos personas tendidas en el suelo, eran un adulto y un adolescente y eran hombres. Sus ropas estaban rasgadas y tenían varias heridas en el cuerpo y estaban inconscientes.

Alex se acercó a ellos y los miraba con malicia, una sonrisa en su rostro que denotaba burla y superioridad. El adulto comenzó a despertar y se incorporó un poco, aunque su largo cabello negro le cubría el rostro se podía reconocer que era Severus Snape.

—Tal parece que resistes más que el joven Potter ¿cierto, Severus?

Alex miró al chico que estaba junto al profesor, quien comenzó a reaccionar y se incorporó un poco. En efecto, era Harry, el chico al verla, trato de alejarse de ella pero lo único que logro fue soltar un quejido de dolor. Alex sonrió de manera burlona al verlo de esa manera.

—Que patéticos son los dos. El traidor tratando de proteger al niño que ha intentado arruinar mis planes —dijo Voldemort, se acercó a Alex y le puso una mano en el hombro—. Creo que lo mejor que puedes hacer ahora, querida nieta, es que elimines a estos dos de una vez por todas.

—Si, mi señor

Alex se paró justamente enfrente de ellos. Severus colocó a Harry detrás de él para protegerlo, la chica levantó la varita apuntándoles. El azabache estaba muerto de miedo mientras que Severus tenía el entrecejo fruncido tratando de contener el dolor.

—Alex... No...

— ¡Avada Kedavra!

La luz verde salió de su varita dándoles en el pecho al profesor y al chico. Al amor de su vida y a su casi hermano...

— ¡NO!

Alex despertó de golpe, sudando frío e incorporándose en la cama. Estaba en su habitación en la casa de Severus.

— ¡Alex! —La chico volteo y vio que Severus estaba sentado en una silla junto a su cama, se veía que no había dormido en toda la noche porque se le veían ojeras—. Pequeña ¿estás bien?

Lo único que pudo hacer la chica fue comenzar a dejar escapar las lágrimas y arrojarse a los brazos de su novio.

— ¡Severus!

El profesor no entendía lo que le pasaba pero por su expresión daba a entender que tuvo una horrible pesadilla. La rodeó con sus brazos y la atrajo más hacia él.

—Tranquila pequeña —le susurraba Severus al oído, mientras le acariciaba el cabello—, lo que sea que hallas soñado no es verdad. Además de que yo estoy aquí para protegerte.

Al escuchar la palabra "protegerte", Alex dejo de llorar de golpe y recordó lo que había pasado anoche.

«Soy la nieta de Voldemort... Entonces esto no es una pesadilla ¡es real y podría ocurrir algún día!»

Se separó con brusquedad de Severus y se levantó de la cama para alejarse de él.

— ¿Alex?

— ¿Por qué? —Severus se quedo en silencio porque no entendía de que le hablaba y Alex lo entendió—. ¿Por qué no me eliminaste mientras estaba dormida? ¡Así ya no tendrías que vigilarme y quitarle un peso de encima a la Orden y a todo el mundo mágico!

La Serpiente se enamoró de la LeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora