Se había acabado, mi sueño se estaba destruyendo en cachos, apenas veinte días había disfrutado de él cuando me lo estaban arrebatando.
No volvería a pisar la casa, no volvería a reírme en ella, después de años olvidaría el olor de madera recién barnizada o los rayos de sol que traspasaban la cristalera del salón característicos de la casa.
No quería que de mi mente se borrasen todos los recuerdos, todas las madrugadas en vela, todas las pruebas, las discusiones, sus abrazos mañaneros, no quería perder todo eso, no quería perder la esencia del programa.
-Chicas salir por la puerta de la derecha por favor -nos anunció el Súper a Adara y a mí.
Nos levantamos del banco que había sido testigo de nuestra expulsión y nos encaminamos hacia la puerta.
Giré la cabeza cuando me encontraba debajo del marco de la puerta, vi por última vez esa sala, la última vez que veía la casa de Gran Hermano.
-Adiós -conseguí decir con un suspiro mientras agitaba la mano
No pude ver nada más, cuando salimos rápidamente unos hombres nos cogieron de la mano y nos taparon los ojos con el característico antifaz que nos pusieron cuando empezó el programa, era como regresar al pasado, era un viaje en el tiempo, con el único cambio de que la primera vez iba a entra en la casa y la segunda era para no volver nunca.
-Cuidado -nos dijo al oido el chico que nos agarraba mientras bajábamos un pequeño escalón.
Un par de giros a la izquierda y otro par hacía la derecha nos llevaron hasta en frente de otra puerta.
"Debe ser la puerta que nos lleva al exterior donde nos espera el coche para llevarnos al plató" pensé. -Quitaros el antifaz -volvió a susurramos el chico
Solté la mano del chico y hice lo que nos ordenó, mire a mi izquierda, y ahí estaba ella, vestía un top y unos vaqueros, llevaba la melena suelta, ella me miró a mi y me sonrió.
-Tres, dos, uno, entrad -escuché decir a alguien de producción
La puerta que estaba en frente nuestro se abrió, vi una especie de apartamento, una cocina, una pequeña mesa circular para cuatro, un sofá de dos espacios y en el fondo dos camas separadas por una mesilla.
Me cogió de la mano y ambas entramos en esa especie de casa minúscula, todo era un espacio abierto, me fije que al fondo había una puerta que debía llevar a una especie de jardín, por lo demás ni una sola ventana, era como un zulo pero algo más acogedor.
Mi oído sufrió varias lesiones después de los gritos que las dos expulsábamos por nuestras bocas, la euforia nos atrapó, saltábamos como locas, por poco no se me cayeron las cajas que llevaba en mi poder, no eran pocos, todos a los que quería habían dejado su granito de arena para que pudiese seguir disfrutando de mi sueño. Clara, Miguel, Montse y Rodri eran mis amigos, sí, los consideraba amigos, casi hermanos después de lo que habían hecho. A pesar de negarme rotundamente, ellos hicieron caso nulo y me dieron sus cajas.
Tiré lo que llevaba en la mano encima de una de las camas y inspeccioné la casa, las paredes estaban llenas de fotos nuestras dentro del programa, fotos de las fiestas, recuerdos, muchos recuerdos.
-Atención, la expulsión es cosa de dos -nos interrumpió la fiesta el Súper. -Hasta que la audiencia decida quién es la expulsada vais vive y convivir aquí.
-¿Pero nos vamos hoy? -pregunté desorientada
-No tía, nos quedamos aquí hasta el jueves -me respondió Adara. -Chicas, sentaos en el sofá por favor -nos anunció el Súper
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Quien no arriesga no gana
RomanceLa historia de amor entre el pijo y la choni contada desde el principio. Eran polos opuestos, demasiado diferentes, ¿Conseguirían encontrar un punto intermedio o terminarían con su amistad? Venían de dos mundos diferentes, a ninguno le gusta...