Confesiones

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Desperté de nuevo junto a él, no era un sueño, no estaba soñando, de verdad estaba a mi lado. Parecía un niño bueno así dormido, me giré y le agarré por la espalda.

-Estoy de nuevo aquí chiconino -le dije al oído

No sé si recibió mi mensaje e hizo oídos sordos, pero no me importó, le tenía conmigo y con eso me valía, no me hacía falta nada más.

Fuimos los últimos en levantarnos y prepararnos el desayuno, una magdalena y un vaso de agua nos acompañaron toda la mañana, hicimos las camas y esperamos a que el Súper nos explicase la nueva prueba semanal. Esta vez era una prueba más física, teníamos que hacer un número determinado de kilómetros subidos en unas bicicletas estáticas que se encontraban en la parte techada del jardín. Sabía que iba a ser un estorbo esta semana, a penas hacía ejercicio, simplemente dejaba de comer para adelgazar, sabía que era algo que no estaba bien pero nunca lo llegaba a cambiar.

Me preparé junto a Rodri para ser los primeros en montar en las bicis, no estaba muy especializada en el mundo del deporte por lo que me puse unos shorts color blanco y un top a rayas, Rodri por su parte únicamente se puso unos pantalones cortos dejando al aire su esbelto pecho. No tenía ni un solo pelo así que cuando se ponía al Sol brillaba cual cristal, era hermoso, perfecto, no había palabras suficientes para definirlo, me encantaba, sí, no lo podía negar.

Él estaba llegando a ser una obsesión, era como una droga a la que sabía que tenía que desengancharme pero que no podía, aunque quisiese apartarme de él cada vez que le miraba me veía atraída por su figura.

La noche anterior mientras iba en el coche de vuelta a la casa tras haber estado en plató, pensé en él, nuestra despedida no había sido como la había deseado, sabía que si seguía así con él me iba a llevar muchas decepciones, yo esperaría unas cosas que él no me podría dar, así que tomé una decisión. Me iba a alejar de él, no tanto como para no verle en un día, pero algo que me hiciese bien, algo que me hiciese olvidarme de ese sentimiento que no era mutuo, pero a pesar de todo, al verle esta mañana, ahí dormido a mi lado, no pude evitarlo.

-Venga vamos -me dijo desde el jardín 

-Ya voy, espera que me haga una coleta

Me recogí el pelo en una especie de moño, me até los cordones de mis zapatillas y me subí a la bici mientras él hacía lo mismo.

-¿Estas bien? -me preguntó 

-Sí ¿Por qué?

-Te noto rara

-¿Rara? -no sabía a qué se refería

-Sí, distante

-No, estoy perdida por lo de anoche -mentí -mucha adrenalina en pocas horas. 

-Sabes que me puedes contar lo que sea, ¿no?

-Sí, tranquilo que no me pasa nada, pero gracias -dije mientras empezaba a pedalear

El resto del rato que estuvimos sobre las bicicletas lo pasamos en silencio, en un absoluto silencio, no sabía qué decirle, tampoco quería que me notase rara, pero así era, lo estaba aunque solo fuese con él. Me daba rabia porque sabía que él me contaba todo lo que le pasaba dentro de esa casa, pero yo no podía y sentía que él pensaba que le estaba dejando de lado, cuando en ningún momento quería eso, simplemente no quería hacerme daño, quizá era un pensamiento algo egoísta, pero al final los dos nos acabaríamos acostumbrando a estar el uno sin el otro.

Terminados los kilómetros que nos correspondían me dirigí a la ducha, estaba sudada y me daba asco a mí misma el olor que desprendía. Cuando salí me fui directa a la habitación a cambiarme de ropa, ahí me encontré a Clara tumbada en la habitación L. Bajo su antenta mirada me puse unos vaqueros cortos y una camiseta color rosa que abrigué junto a una cazadora vaquera.

Quien no arriesga no ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora