"Me dejé llevar por el alcohol, ese fue mi gran fallo" pensé nada más separar su boca de la mía.
Giré la cabeza y vi como mis compañeros se llevaban la mano a la boca y me miraban asombrados. Volví mi cara para verle a él, aunque intentase aparentar normalidad se notaba que estaba nervioso, movía su pierna inconscientemente mientras agachaba la cabeza.
Si te soy sincera no se que se me pasó por la mente en ese instante, únicamente estaba rabiosa y quería venganza, quería ver si así reaccionaría, pero no, simplemente no se inmutó a pesar de haber besado a Alain a su lado.
No sentí vergüenza de haberlo hecho, éramos suficientemente mayores como para separar unas cosas de otras, pero me dio tanta impotencia de no poder conseguir sonsacar ningún sentimiento en él que tras ver su reacción me levanté dejando a todo el mundo plantado.
Miré si en el almacén quedaba alguna gota de esa sustancia que me había hecho enloquecer más de lo normal, pero nada, las botellas estaban completamente vacías.
Traspasé de un lado a otro el salón mientras les miraba como seguían con el juego del infierno, Rodri proseguía con la cabeza agachada y el pie en movimiento, Alain seguía con su cara de sorpresa y los demás únicamente sonrieron al verme pasar.
Ya en el vestidor me quité el top y el vaquero quedándome en ropa interior, me senté en el sofá y apoyé mis codos en mis rodillas formando una especie de bolita.
El alcohol estaba haciendo estragos en mi, sabía que a la mañana siguiente iba a tener que dar muchas explicaciones, primero a Meri, porque aunque ella no tuviese una relación con Alain todos sabíamos los sentimientos más haya de una amistad que tenía por él, segundo a mis mejores amigos dentro de la casa, Miguel y Clara, estaba segura que serían ellos mismos quienes me pedirían explicaciones de mi actitud y aunque no me gustaría tener que decir realmente el porqué lo hice sabía que tendría que hacerlo por ellos, también hablaría con Alain para dejar las cosas claras y por último y más importante debería tener una conversación con Rodri si el todavía quería hablarme.
-¿Estas bien? -me preguntó Meri sentándose a mi lado.
-Sí -aparté los brazos de mis piernas y me incorporé -Tia...
-No -me cortó -Se que es difícil, no hace falta que me pidas perdón -me consoló poniendo una mano sobre mi muslo y acariciándolo. -Yo no lo habría hecho así, pero... la verdad no se que se te pasó por la cabeza.
-Ni yo tampoco si te soy sincera -me levanté para vestirme. -He sido muy tonta -me culpé cogiendo mi pijama de una de las baldas del armario.
-No digas eso -se levantó y me abrazó -De los errores se aprende -me quitó las lágrimas que tenía en mis ojos.
-Gracias
Me puse la camisa y el pantalón que usaba para dormir y cruzando de nuevo por en medio de toda la gente llegué hasta la habitación, agarré un cojín verde que estaba en el suelo, me tapé y con las luces encendidas todavía conseguí dormirme.
Un hormigueo en mi cabeza hizo que abriese mis ojos ennegrecidos por culpa del maquillaje, estos eran los fatídicos resultados de las maravillosas noches de alegría. Todavía no había sonado la música que marcaba el inicio del día por lo que la totalidad de mis compañeros estaban dormidos. Miré a mi derecha y me lo encontré, estaba más alejado de lo normal, le agarré del brazo para que me abrazase como solía hacer por las noches, pero por respuesta solo obtuve un "No" acompañado de un giré de su cuerpo para darme la espalda, definitivamente la había cagado, y esta vez no había un botón con el que rebobinar.
Me levanté todavía mareada y camine hasta el confesionario para pedir algo que calmase el ronroneo que había en el interior de mi cabeza. Mientras bebía un poco de agua para poder tragar la aspirina que el programa me había suministrado la canción que tanto me gustaba retumbó en toda la casa haciendo que varios individuos se levantasen mientras que a los demás se les pegaban las sabanas. Uno a uno los fui saludando con la mejor de mis sonrisas, no era habitual en mí levantarme la primera por lo que siempre eran los demás los que me saludaban por la mañana, pero ese día fue diferente.
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Quien no arriesga no gana
RomansaLa historia de amor entre el pijo y la choni contada desde el principio. Eran polos opuestos, demasiado diferentes, ¿Conseguirían encontrar un punto intermedio o terminarían con su amistad? Venían de dos mundos diferentes, a ninguno le gusta...