Últimas palabras

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Quedaban veinticuatro horas para que todo lo vivido dentro de esa casa quedase en el pasado. No me arrepentía de nada, estaba feliz de mi recorrido a lo largo del programa.

Gracias a la audiencia que nos había estado viendo durante tres largos meses había podido llegar hasta aquí con Bea, únicamente podía agradecerles a ellos la oportunidad de vivir el momento más esperado del año.

Junto a nosotros dos también estaba Meri, que a pesar de haber tenido una enrevesada historia con Alain había conseguido hacerse un hueco en la final.

La cuenta atrás había comenzado y no sabía si sería capaz de soportar la presión que conllevaba tener que dar explicaciones de mi paso por el programa. Tenía la certeza de que la entrevista que me harían después de salir de la casa tendría muchas preguntas acerca de ella y a pesar de que en mi interior tenía cada vez más ordenado todo al explicarlo no sabía si habría alguien que me iba a entender.

Había sido difícil aclararme pero tras llevar dos meses a su lado lo había conseguido y a pesar de que todo fue un océano de dudas ahora el mar estaba en calma.

Todo fue más fácil cuando dejé de buscarle una explicación a lo que estaba sintiendo y únicamente me limité a disfrutar del momento, fue entonces cuando todas las preguntas que tenía en mi interior se esfumaron dejando un hueco libre que ocuparon multitud de miedos. Estaba tan bien dentro de esas paredes que no quería salir al exterior y estropear lo que ladrillo a ladrillo habíamos construido.

Ella era una niña que apenas cuatro días antes había llegado a los veinte años y eso junto a la locura propia de su edad haría que al salir esto quedase en su olvido.

-¿Me haces compañía? -sacó la mano de dentro de la chaqueta rosa clara que llevaba y la extendió. 

-¿A donde vamos? -agarré sus dedos y los entrelacé con los míos.

-Al jardín. Hoy es nuestra última noche -su cara entristeció -Y debemos disfrutarla -esbozó una forzada sonrisa.

Sin soltarnos nos acostamos sobre una de las tumbonas blancas que quedaban. Aunque el espacio fuese estrecho nos era suficiente para los dos además de concedernos la posibilidad de sentir el calor corporal del otro y así poder sobrevivir a la fría noche de un 21 de Diciembre.

-Me da pena que se acabe esto -apoyó la cabeza sobre mi pecho -Era mi sueño desde que apenas tenía diez años y ahora ya se ha acabado.

-Bueno, la vida no sólo tiene una meta -separé un mechón rosa de su frente para besársela. 

-Es que hemos vivido tantas cosas aquí, hemos cambiado tanto en tan poco tiempo.

-Es verdad, jamás pensé que me pasaría todo esto -anudé mi dedo en su pelo.

-¿Quien te diría a ti hace tres meses que acabarías con una chica mucho más pequeña que tú que es totalmente opuesta a ti abrazados por la noche justo a las puertas de la final? -giró su cara para mirarme.

-Nadie. Pero quiero que sepas que no me arrepiento de las decisiones que he tomado.

-Ni yo tampoco -acercó su boca a la mía. -¿Recuerdas la vez que cortamos mis extensiones? -dijo al cabo de un par de minutos.

-Imposible de olvidar.

-O la vez que robamos a escondidas el chocolate -soltó una pequeña carcajada.

-No, eso fuiste tú. -me acordé -Pero a pesar de todo, yo me quedo con el día que le contamos a todos lo que teníamos.

-Todavía me acuerdo de sus caras de asombro -empezó a removerse entre mis piernas mientras se reía.

Quien no arriesga no ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora