Te quiero

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-¡TE QUIERO! -volví a gritar desde el jardín

-Tia -me interrumpió Adara mientras me empujaba al interior del apartamento -cállate que nos van a escuchar -me advirtió sentándome en el sofá

-Puff -resoplé -No se ni lo que hago -hice una pausa para mirarla a los ojos - estoy fatal Adara. -Pero... ¿Piensas que podríais tener algo? -me preguntó mientras se acomodaba a mi lado.

-Pienso que podríamos enrollarnos -volví a bajar la mirada -pero eso estropearía la amistad que tenemos.

-Eso no lo puedes saber

-Novios no seremos nunca, no pegamos ni con cola -proseguí negativa

-Mírame a mi -respondió mientras se señalaba con el dedo índice de la mano derecha.

-Tia -volví a elevar la mirada para decir algo importante -No le digas nada de esto si entras en la casa por favor -le supliqué

-Tranquila, que seguro que te quedas tú. -me acarició la pierna con la mano -Pero si vuelvo yo, esto nunca saldrá de mi boca. -terminó guiñándome un ojo.

Habían pasado tres días y cada vez nuestra relación era más cercana, habíamos conseguido limar nuestras asperezas y llegar a un tratado de paz.

Seguía teniendo una opinión sobre ella y sobre ciertas actitudes suyas, pero sabía que no iba a conseguir nada si le decía mi opinión, con lo que decidí mantenerlo en mi interior.

-Tia, si entras, tienes que decirle lo que sientes -me aconsejó

-No, no puedo -lo tenía muy claro -No quiero estropear nuestra relación.

-A lo mejor la mejoras -me intentaba animar -A lo mejor dais un paso hacia adelante como Pol y yo.

No, me negaba, ni en un millón de años quería la misma relación que tenían ellos dos, eran una pareja basada en celos y discusiones, de las veinticuatro horas que pasaban juntos a penas dos de ellas eran felices. Prefería mil veces mi amistad con Rodri a tenerle como se tenían ellos dos mutuamente.

-Seguro que me da calabazas -aseguré -no soy su prototipo

-Ni él el tuyo. Pero mira, aquí estás, jodida por él.

-Soy gilipollas ¿no? -dije cuando me di cuenta del ridículo que estaba haciendo. -¿Le quieres? -me contestó con una pregunta

-Mucho

-Pues ya está. -dijo mientras se levantaba -Venga, vamos a comer

Cogimos un par de filetes y los acompañamos de uña patatas fritas que yo misma pelé, nos sentamos en la mesa y comimos en silencio. Terminamos de fregar los platos y dormimos toda la tarde, para cuando nos despertamos únicamente hicimos unos bocadillos que comimos encima del colchón y nos volvimos a acostar.

No podía dormir, el sueño no se apoderaba de mi, daba vueltas y vueltas, pero mi mente no paraba de pensar. Pensaba en él, en si volvía, en que haría si el público me salvaba, no sabía que le iba a decir, no sabía si confesarle mis sentimientos o callarme para siempre, mi cabeza era un mar de dudas en el yo acababa de naufragar. Aunque chapoteaba en el agua no conseguía salir a flote, cuando salía a la superficie y una bocanada de aire llegaba a mi boca, una ola volvía a sumergirme entre las dudas.

Ni un minuto conseguí conciliar el sueño, había pasado la noche despierta mirando al techo, tenía las cosas claras, más claras que nunca, no pensaba perder su amistad por un par de tonterías mías, no quería estropearlo todo, si volvía, me iba a quedar callada e intentaría alejarme, sí, me alejaría lo suficiente como para olvidar mis sentimientos por él. Quería volver a sentir únicamente una amistad, no quería volver a sufrir por amor, Rodri había sido el único que me había hecho olvidarle, pero ahora sabía que me volvía a poder hacer daño a mí misma si seguía como estaba con Rodri.

Quien no arriesga no ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora