—No, no, no. ¡Demian! ¡Despierta! —Me gritó León—. Estás tocando todo mal.
—Debe ser su guitarra que está desafinada —dijo James tratando de defenderme—, suele pasar.
— ¡Guitarra un cuerno! —Dijo enfadado León—. Date cuenta, Demian. Este es un ensayo para los conciertos de la gira que viene. No puedes estar haciéndote el idiota.
— ¡Bueno ya, cabrón! —le grité fastidiado—. Hoy no estoy de humor para aguantarte. Ya sé que estoy tocando de la chingada, pero por lo menos intento hacerlo bien...
—No basta con que lo intentes. Tienes que tocar bien.
—Ya, León —intentó de calmarlo James—. Trata de comprenderlo, no está pasando por un buen momento...
—No es mi culpa que su estúpida noviecita lo haya mandado a volar —se volvió contra él.
Cuando León dijo eso yo estaba intentando tocar una nota, pero al oírlo tensé demasiado la cuerda y accidentalmente la rompí.
—No es por eso —dije con un hilo de voz—. Ella no tiene nada qué ver —miré fijamente a León—. Luego nos vemos —guardé mi guitarra y me largué de ahí.
Ellos no tenían ni idea. Ni siquiera podían llegar a imaginar lo que me pasaba. No era sólo que Alexia me hubiera dejado... había más, mucho más.
Cosas como que no tenía familia, que algunas ocasiones mis amigos me resultaban insoportables. Cosas como que cada despertar me suponía un reto distinto y desagradable, y que muchas veces había querido ya no despertar.
Después de pensarlo un largo rato, tomé una decisión. Quizá una muy dura decisión: Empezar un viaje durante tiempo indefinido y sin rumbo fijo.
Ése mismo día empaqué y desconecté mi teléfono.
No llevaba mucho en mi maleta. De hecho, ni era una maleta, era más bien una mochila y en su interior sólo llevaba lo esencial: ropa, dinero, una navaja, artículos personales...
Decidí que partiría, mejor dicho, huiría a la mañana siguiente.
Al amanecer desperté, como de costumbre, solo, con un departamento desolado y un hueco interno.
Tenía hambre y opté por un desayuno sencillo: omelet, tostadas y café.
Acomodé un poco mi apartamento y antes de salir sentí deseos de echar un vistazo a lo que estaba dejando, pero decidí no hacerlo pues entonces quizá me arrepentiría y no haría lo que estaba planeando desde hacía un tiempo: Desaparecer.
No se trataba de desaparecer en realidad, pues para eso tendría que matarme, y eso es algo que definitivamente no pensaba hacer. Pese a todo tenía una inepta esperanza de creer que un día todo mejoraría.
Era más bien como desaparecer ante los ojos del mundo, sin dejar rastro alguno. Incluso, de ser posible, hacer creer a todos que yo de verdad estaba muerto.
Estoy seguro que todos piensan que yo sería capaz de suicidarme, pero no es así. No echaría a perder todo lo que tenía de una manera tan estúpida como ésa... Yo tenía otros planes de vida. Planeaba viajar más, conocer más gente, tener más amigos, tal vez enamorarme y quizá hasta formar una familia... Era la promesa de felicidad.
Caminé durante 5 días. Por supuesto, no seguidos.
Hacía paradas para comer, descansar y dormir.
Para el sexto día me cansé de dormir a la intemperie y renté una habitación en un hotel poco lujoso, donde nadie me reconocería y que cubría todas mis necesidades.
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Viajantes
FantasyUn ser con habilidades extraordinarias se encontraba solo y aburrido en algún lugar. Para matar su hastío creó una senda y esperó. Ésta en realidad era una senda que NO debía ser recorrida por nadie, a menos que no le importase dar su existencia par...