Capítulo 14

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  - ¿¡Como que se la llevo!? No puede ser, tiene que haber un error! ¡Jamás lo autorizamos!

- Lauren, no hay ningún error. El vino, nos pregunto por ella, dijo que era su abuelo y le quería dar una sorpresa. Era un hombre de traje, muy amable, no pareció querer hacerle daño...

- ¡Como puede ser que le den mi hija a cualquiera? Las únicas personas autorizadas saben muy bien quienes son! – exclama extremadamente nerviosa.

Observo la situación pero me es imposible participar.

Me tiembla el cuerpo.

- Lo siento... – dice la maestra-

- ¿Acaso dijo donde se dirigía?

- Solo dijo que había venido de visita y quería pasar un tiempo con ella.

"Vuelve a verlas y esa pequeña indeseada terminara en un internado en Ucrania" 

Esa frase da vueltas en mi cabeza una y otra vez.

Me está demostrando que es capaz de volver a cumplir con lo que prometió.

Se llevo a mi hija, a lo mas preciado que tengo en esta vida.

Va a quitármela.

Me falta el aire.

La habitación me da vueltas.

No tengo forma de reaccionar. Pero Santana esta a mi lado inmediatamente ayudándome a sentar.

- Camz... tranquila. – dice arrodillada a mi lado. Ella también tiene lagrimas en los ojos.

Debe saber perfectamente lo que sucederá.

- Es mi culpa... es mi culpa – digo respirando con dificultad.

- No lo es, tranquila cariño.

- ¿Puedo ayudar en algo?

- Ve a pedir las grabaciones de la cámara en la puerta o cualquier cosa donde salga él, ¡ya!
– exclama Lauren mientras revisa mi bolso – Aquí, Camz inhala – dice apretando el broncodilatador en mi boca – una mas... - lo hago – buena chica. Ahora, debes tranquilizarte, mi amor. Te necesito entera y fuerte, no voy a poder sola con esto. Vamos a encontrarla, ¿entendido?

- Es mi culpa – digo derramando lagrimas-

- No lo es. – Me toma la mano. Esta temblando.

Ella esta tan asustada como yo.

- Vamos a encontrarla.


En los videos se ve claramente que es él. La policía nos pide algunos datos sobre él.

Le explico la no relación que tengo con mi padre.

Los aeropuertos están alertados.

Pero es el gran Alejandro Cabello, él y todo su dinero la pueden sacar del mundo sin que nadie se entere.

Pasa no se cuanto tiempo y seguimos sin tener noticias.

Familia y amigos están completamente alertados.

Hay operativos recorriendo todo Lima.

Pero seguimos sin novedades.

Como era de esperar, nadie sabe ni vio nada.

Minutos, horas, días. No lo sé. Pero transcurre demasiado.

- ¿Que hacemos aquí? – digo mirando a personas rodeándome que ni siquiera conozco.

Todos sentados mirando nuestros celulares intervenidos arriba del escritorio.

Me paro decidida.

- ¡¡No voy a quedarme aquí mientras mi hija esta quien sabe donde!!

- Señora Jauregui, cálmese. Cualquier movimiento que intente será alertado.

- Mi hija está ahí afuera
– le grito con la voz rota al oficial que me retiene – quien sabe si necesita algo... Si tiene frío, si comió! Usted no tiene ni idea de mi agonía, así que no va a impedir que vaya a buscarla.

- ¿A donde piensa ir? No tenemos ninguna pista!

- Camz... –
susurra Lauren tomándome de la mano.

Alzo la vista y la veo.

Esta destrozada. Y yo provoqué esto.

La pego a mí y la abrazo, con todo lo que soy. Me aferro a ella como si mi vida dependiera de eso.

Y lo hace.

Dependo completamente de esta mujer que tengo el placer de tener a mi lado día a día.

Nos desplomamos.

Ambas lloramos, consolándonos, la una a la otra. Frente a todo el mundo.

- Pueden ir a casa... – finalmente dice otro oficial – no serviría de nada que se queden aquí. Quizá allí encuentren alguna pista. Pero señoras, estamos haciendo todo lo posible para encontrarla. Las fronteras están avisadas. En caso de que quiera sacarla del país, no podría.

Si puede. Si es que no lo hizo ya.

- Sus celulares están intervenidos
– asegura entregándonoslo – cualquier mensaje o llamada será rastreada.

Clara conduce mi auto hasta la casa.

Con mis nervios y el llanto no somos capaces de nada.

Me bajo rápidamente con la esperanza de encontrar algo.

Nada.

No hay rastros.

Me despido de Clara quien me asegura que no se moverá de su casa en caso de que necesitemos algo.

Entro a la casa y la tristeza me invade.

No lo puedo soportar.

Sus juguetes agrupados a un costado de la sala. El biberón con el que desayuno esa misma mañana.

El recuerdo de mis ruegos al pedirle que me llame mama.

Quiero a mi hija conmigo.

Inconscientemente llego a su habitación. Aquella que arme y decore con todo mi amor para que pueda tener su lugar cuando estuviese conmigo.

Su muñeca sobre su diminuta cama, aquella con la que duerme, juega y se divierte sin soltarle la mano.

La tomo en brazos y aspiro el aroma a ella que desprende.

La abrazo contra mí y me desmorono sobre su cama de acolchado verde.

No puedo creerlo. Cuando creo que todo va bien, que tengo la oportunidad de ser feliz, pasan estas cosas.

Esperaba que mi padre regrese pidiendo explicaciones. Sabía que iba a volver.

Pero nunca tuve en cuenta que podría arrancarme a mi hija de los brazos.

Se metió con lo más importante que tengo en todo el mundo.

Se la llevó.

¿Y si realmente se la llevó? ¿Si la saco del país como prometió desde que di a luz?

No podre vivir con esa culpa que me invade y no me deja respirar.

Sollozo sin parar, imaginando mi vida a partir de ahora.

Pronto unos brazos me envuelven y se unen a mí.

- Shh. – me dice en medio de su llanto – No. Por favor. No podemos caer, no ahora.

- Es mi culpa – sollozo –

- No, Camz, escucha. – me hace girar para enfrentarla.

- Volví. Creí que no era capaz de cumplir su promesa. Me confié que con todos estos años el lo superaría y me dejaría vivir en paz. Me equivoque, se la llevo por mi culpa!!

- Si no hubieses vuelto – me toma de la cara – no hubieses tenido la posibilidad de conocerla. No le hubiese dado la posibilidad de tener a su mama, a su familia con ella. No es tu culpa, cariño. No tienes la culpa del ser vil y cruel que es tu papa. Vamos a encontrarla, nada ni nadie a romper nuestro lazo, ¿lo recuerdas? Somos una familia, y aún tenemos muchas cosas por vivir. Infinitamente – me susurra –

- Lo siento...

- No tienes que pedirme perdón, Camz. No te culpes. Te necesito a mi lado, no voy a poder sola.

Asiento

- ¿Me lo prometes?

Asiento nuevamente.

- ¿Me lo prometes? – vuelve a preguntar buscando mi perdida mirada.

- Te lo prometo
– le susurro.

- Te amo. Vamos a encontrarla, y no vamos a separarnos nunca más – me tranquiliza abrazándome contra ella siempre juntas

- Siempre – le susurro aferrándome a ella intentando creerle con todas mis fuerzas.

Take me home- camren  (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora