5. Hielo

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No pude continuar con eso, me vestí rápidamente, tomé mi bolso, mi abrigo y me dirigí hacia la puerta. Xavier se ponía su ropa interior y su pantalón mientras me miraba confundido.

–Lo siento Iri, no sabía que eso te iba a molestar, por favor discúlpame, quédate un rato más, solo veamos una película o algo... – me miró algo triste y apenado.

–Xavi lo siento, no puedo –

–Entonces vamos por un helado, por favor dame una oportunidad –

–¿Un helado? ¿De qué hablas? El trato era sexo, nada más, esto no es una cita romántica –

Al momento en que terminé de decirlo, me arrepentí. Fuí una perra grosera e insensible. Xavier me miró fijamente a los ojos, y un silencio profundo llenó toda la casa. La expresión de su rostro revelaba tristeza, vergüenza y algo de enojo. Yo contenía el aire sin querer y mi pecho dolía.

–Lo siento Xavi, yo... –

–Olvídalo Irina – respiró hondo – tienes razón, el trato solo era sexo. Pero luego de estos meses no pude evitar sentir algo por ti, me atraes mucho, toda tu, tu belleza, tu misteriosa forma de ser, y pensé... No sé... Pensé que tal vez podíamos intentarlo –

–De verdad no sabes cuánto me gustaría corresponder a esos sentimientos, si tan solo mi pasado hubiese sido otro, estoy segura que hubiésemos sido felices juntos. Pero esta es la realidad, es mi realidad, yo estoy rota, soy solo un cascarón vacío, no tengo nada que ofrecer y tú no mereces esto –

–No digas eso, todos tenemos mucho que ofrecer, pero para intentarlo debes dejar tu pasado atrás. No puede seguir permitiendo que las cosas que ya no puedes cambiar sigan afectando tu presente y tu futuro –

–Eres un gran hombre Xavi, y estoy segura que encontrarás una gran mujer que de verdad te merezca, que valga la alegría y no la pena –

Le dije eso mientras me acerqué lentamente. Acomodé mi abrigo y mi bolso en mi mano derecha, y con la izquierda, que quedaba libre, le acaricié el rostro con ternura. Su mirada azul claro se fundió con la mía y los dos sonreímos al tiempo.

–Gracias por todo Xavi, eres muy especial para mí –

–Tu eres una chica increíble, nunca lo dudes. Sé que un día encontrarás a alguien que derrita el hielo que envuelve tu dulce corazón –

Definitivamente es un chico increíble, pensé.

– Por cierto, no creas que no noté el tamaño de tus pupilas cuando fui por ti. Iri drogarte no va a resolver tus problemas, solo los hará más grandes. Eres una chica hermosa y una profesional muy existosa, trata de no hacerlo más ¿sí? –

Mis mejillas se tornaron rojizas.

–Trataré – dije avergonzada.

Beso suavemente mis labios a modo de despedida, y nos fundimos en un fuerte abrazo. Me aferré con fuerza a su torso aún desnudo. Yo quería quererlo, quería poder enamorarme de él, pero no podía, no sentía nada, solo un cariño muy grande. Definitivamente mi corazón si era de hielo, y me odiaba a mi misma por eso.

Me ofreció llevarme a casa, pero le dije que no se preocupara que tomaría un taxi. Al llegar a mi departamento me acosté en mi cama y lloré hasta quedarme dormida, aún con los zapatos puestos.

...

La alarma sonó nuevamente, y al abrir los ojos un agudo dolor de cabeza me hizo quejarme. Puse los pies en el suelo y esperé sentada en la orilla de mi cama a que todo mi cuerpo se despertara. Caminé hacia la cocina, pero me tropecé en mis zapatos, que seguramente arrojé al piso al quitármelos dormida.

Por esta vez... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora