20. Hace mucho...

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Ya habían pasado 6 meses desde que Derek había decidido marcharse, y 7 meses desde que mi pequeña Nadine crecía dentro de mi.

Si, es una niña. No puedo describir la inmensa felicidad que sentí al saber que tendría una muñeca para consentir. Claro, de haber sido niño estaría igual de transtornadamente feliz. Pero iba a ser madre de una hermosa niña. No podía esperar para ver su carita, sus ojitos, sentir sus manitas y poder oler su aroma puro lleno de pureza.

Había decidido nombrarla Nadine, que en francés significa esperanza. Porque eso es lo que es mi pequeña para mi, mi esperanza en la oscuridad.

Aún sentía un dolor punzante, casi permanente en mi pecho. Me era imposible observar mi vientre y no pensar en él. ¿Dónde estará? ¿cómo estará? ¿por qué se marchó de forma tan cobarde y repentina? Eran preguntas que me hacía diariamente, mas nunca encontraba la respuesta. No sabía que dolía más, si su abandono o la incertidumbre del porqué me dejo de nuevo.

El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos, mi secretaría se asomó con una cálida sonrisa:

−Mi niña, ya es algo tarde para que estés trabajando, deberías ir a tu casa a descansar, en tu estado no es bueno que te esfuerces demasiado –

−Gracias Anneth, tienes razón, si quiere te puedo llevar a tu casa – sonrio.

Anneth es como la madre que siempre quise.

−Oh no se preocupe niña, mi hijo pasará por mi, me ha invitado a cenar – responde con una sonrisa llena de felicidad y unos ojos chispeantes que dejan ver que no se cambiaría por nadie.

−Me alegro mucho, espero que disfrutes mucho la cena –

−Gracias cariño, ya me voy. ¿Bajamos juntas? – insiste.

Ella sabe que sino me saca de la oficina de inmediato, seguiré trabajando hasta avanzada la noche.

Subimos al ascensor en silencio. Al llegar a la recepción nos despedimos con un fuerte abrazo y una cálida sonrisa. De verdad me encanta ver a Anneth tan feliz, ella se merece todo lo mejor del mundo.

Me subo a mi auto y mi celular suena, es una llamada de Xavier, ¡vaya! tengo casi un año sin saber de él. De inmediato cruzan pensamientos preocupantes por mi cabeza ¿será que ocurrió algo grave?

−¿Hola? – contesto un poco insegura.

−Hola chica sexy, ¿cómo estas? – saluda enérgicamente.

"Chica sexy" no puedo evitar sonreir y voltear a ver mi enorme vientre.

−Creo que ese apodo ya no me queda muy bien Xavi – rio, sé que él ha visto mis fotos embarazada en Facebook, hasta le ha dado me gusta a un par.

−Pues creo que eres una enorme chica sexy aún – dice soltando una carcajada.

−No sé si tomar eso como un alago o una burla – rio – ¿Cómo has estado? Hace mucho que no hablamos.

−Bastante bien, la apertura de mi restaurante cerca de la costa ha sido todo un éxito, aunque aún me falta que lo visite una persona muy importante, para que mi felicidad sea completa –

−¿Quién? ¿el presidente? – digo con tono burlon.

−No, alguien más importante. Una hermosa chica con una enorme pancita.

Sonrío ante el comentario de Xavier. Él siempre ha sido muy bueno con las palabras y me hace sentir especial.

−¿Qué te parece si paso por ti este sábado y vamos a almorzar a "Xavi's Spoon" en la costa este? Te aseguro que no te arrepentirás.

−Me encantaría – digo sin pensarlo demasiado.

...

La semana pasa sin mayor novedad. Es viernes por la noche y me encuentro sentada en el sofá del balcón con Hera en mi regazo y Zeus a mis pies. La noche está estrellada mientras disfruto de leer un libro sobre madres primerizas que me regaló Mary la semana pasada.

El tiempo pasa tan deprisa, hoy hace un año Derek llegó a One House para ser entrevistado, dando un revuelo a mi vida y luego marcharse sin aviso una vez más.

Lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, pongo el libro a un lado y acaricio mi vientre mientras puedo sentir a Nadine moverse dentro de mi.

−Lo siento pequeña, no puedo evitar sentirme un poquito triste al pensar en tu papá. Él estaría muy feliz si supiera que vienes en camino ¿sabes? Espero algún día lo puedas conocer –

Mi vista se nubla por las lágrimas y de pronto no puedo contenerme más. Suelto un sollozo ahogado y comienzo a llorar desconsoladamente. Creo que es lo que me faltaba, llorar y sacarlo todo de dentro de mi. Luego de un rato trato de calmarme, sé bien que esto no le hace bueno a mi babé y por eso llevaba tiempo conteniéndome. Pero llegué a la conclusión de que guardarme todo le hacía daño también, así que decidí sacarlo para poder seguir adelante.


La alarma de mi reloj suena, son las 9am. Desde que inicié mi embarazo duermo más de la cuenta, así que si quiero ir con Xavier a almorzar a su restaurante en la costa, debía asegurarme de despertarme a una hora adecuada.

Xavier pasa por mi a las once en punto y nos dirigimos alegremente a la costa.

−Debo admitir que la comida de tu restaurante es de la mejor que he probado en mi vida – digo mientras termino de comer mi postre favorito: tarta de cereza.

−Me alegra que te haya gustado Iri, y espero que a la pequeña también – dice acariciando mi vientre con suavidad – ¿Cómo se llamará?

−Nadine – digo, un poco incomoda por su cercanía – significa esperanza.

−Es un hermoso nombre, espero sea igual de hermosa que tú –

Su mirada intensa hace que mis mejillas se tornen ligeramente rojas. Creo que hacía tiempo ya que nadie me miraba de esa manera.

Me inclino para tomar mi vaso y beber un poco de agua, al tiempo que Xavier se aleja un poco de mi, gracias a Dios.

−¿Crees que puedas irme a dejar a casa ya? Es que necesito hacer unas comprar en el centro.

−Claro, pero solo si me dejas acompañarte – sonríe pícaramente.

−Creo que no me dejas alternativa –

Una vez en la ciudad nos dirigimos al centro comercial.

Compro un poco de maquillaje y de paso me dispongo a buscar la faja modeladora que usaré después del parto.

Xavi me mira con el seño fruncido, claramente no tiene ni idea de qué es lo que estoy mirando, además de sentirse un poco incomodo en la tienda de lencería rodeado de sostenes y bragas por doquier.

−¿Qué rayos es eso Irina? –

−Es una faja modeladora− le digo sosteniendo una en mis manos para examinarla mejor – se utiliza después del parto, para recuperar la figura.

−Vaya, no sabía que eso existía, pero estoy seguro que quedarás hecha una mamacita –

Ambos nos echamos a reír.

Por esta vez... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora