7. Cerezo

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La mayor parte de mi vida he estado sola, mis papás nunca me han prestado la menor atención, mis abuelos me toleraban solo por cortos periodos, tampoco he sido muy buena haciendo amigos, de hecho, de mis 5 amigos, 4 estaban emparejados entre sí, y al restante, Xavier, yo lo había rechazado. Así que por el momento la persona más cercana a mi era mi secretaria, Anneth, de quien no sabía gran cosa una vez terminado el horario laboral. Por esa razón mis únicos amigos fieles son Hera y Zeus.

Ahora estaba aquí, sentada nuevamente en el asiento delantero del auto de Derek, camino a no sé dónde para celebrar mi graduación. De todas las personas en el mundo con las que imaginé celebrar mi segunda maestría, jamás hubiese adivinado que sería con Derek Dunne. Bueno, no fue algo que yo elegí, él me obligó. Cuando iba a subirme al taxi le dijo al chofer que yo estaba drogada, así que este aceleró y se fue. Como continuaba lloviendo tomar un taxi era bastante difícil, y Derek había arruinado mi oportunidad descaradamente, por lo tanto, no tuve más opción que irme con él, era eso o quedarme a dormir en el jardín de la universidad.

−De verdad no quiero ir a ningún lugar contigo –

−Vamos muñeca no seas así, hoy es una noche para celebrar, además es viernes –

−No se te ocurra decirme muñeca nuevamente ¿entiendes? –

Me miró fijamente, con los ojos abiertos, pude notar algo de tristeza en su mirada. El semáforo se puso en verde y él aceleró.

−No me gustan los bares – susurré.

Una parte de mi quería escupirle en la cara y decirle que ya no era mas la chica tonta de ocho años atrás. Pero otra parte de mi quería saber qué pretendía, quería creer que sentía algo real por mi, o por lo menos quería estar un poco mas con él, mirarlo, sentirlo, hasta que se aburriera de mi nuevamente. Quería ir con él.

−Entonces podemos ir a otro lugar – sonrió esperanzado.

Pasamos a un autoservicio de comida rápida y compramos unas hamburguesas. Luego fuimos a un supermercado, compramos una botella de vino y unas copas de plástico, las más finas de la línea de vajillas desechables que encontramos. Creo que sé a dónde nos dirigíamos.

Recuerdo.

"–Ya, puedes abrir los ojos.

–Derek esto es increíble, es un hermoso lugar, y el día de campo con velas me encanta amor, que romántico.

–Jajaja, bueno creo que mas bien es una noche de campo, me alegra que te guste muñeca, quise que celebráramos el día de san Valentín por anticipado, el primero de muchos juntos– dijo mientras me besó.

–Estoy tan enamorada de ti.

–Y yo de ti. Creo que podría estar contigo el resto de mi vida, me haces muy feliz. Mira te compré algo.

Me dio una pequeña caja, en su interior había una cadena de plata, con un dije, un hermoso árbol de cerezo, mi árbol favorito.

Me ayudó a ponérmela en el cuello, y sin ningún aviso me comenzó a besar los hombros. Escalofríos nuevos recorrían mi cuerpo desde los pies a la cabeza. Sus manos en mi cintura me hacían temblar. Nos besamos apasionadamente, y casi sin darme cuenta, guiada solamente por el instinto, comencé a desnudarlo, mientras él hacía lo mismo conmigo.

Nos cubrimos con otra manta, hacía frio.  Y allí, bajo el cielo lleno de estrellas, con la luna y las lejanas luces de la ciudad de Londres como testigos me entregué a él. Él fue tierno conmigo, dolió un poco, pero sus besos y caricias me llevaban al cielo, en sus brazos todo era perfecto, me sentía amada. Algo se construyó en mi vientre hasta explotar en la mejor sensación de mi vida.

Por esta vez... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora