2. Nada mas que fisica

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El sol en la cara me despertó, eran las 8 de la mañana y estaba en el balcón. Tenía mucha hambre así que me lavé los dientes, me hice una coleta y me fui directo a la cocina. Me preparé unos waffles con miel de maple y una taza de café.

Mi celular sonó, era Mary, invitándome a salir hoy en la noche con ella, Xavier, Charles, Kristin y Camilo. Acepté gustosa, necesitaba distraerme, no quería seguir encerrada hasta que mis pensamientos me atormentaran tanto que terminara fumando de nuevo. Pero si quería salir en la noche, debía dormir. Ya no tenía 15 años, mis energías ya no me bastaban para trasnochar dos noches seguidas, así que cerré las oscuras cortinas de mi habitación y me acosté a dormir, pero antes puse la alarma a las 12 md, para poder almorzar, arreglar un poco mi apartamento y alistarme para que no me agarrara tarde.

Ya eran las 5 de la tarde cuando desperté. No tengo idea de cómo apagué la alarma, ni siquiera recuerdo que sonara. Busqué en la cocina algo para comer, luego me metí al baño. El agua estaba tibia, así que dejé que recorriera mi cuerpo mientras me relajaba. Me puse mi bata de baño y amarré mi pelo mojado con una toalla, haciendo un turbante flojo en mi cabeza y me dirigí hacia mi armario para buscar qué poderme.

Tenía 15 minutos de estar observando toda mi ropa, y nada me gustaba, de pronto sonó mi celular:

–Cariño, estoy abajo, ¿puedes abrirme? Te traigo una sorpresa. –

No lo podía creer, llevaba casi 24 horas desaparecido, ni un mensaje ni una llamada, y ahora simplemente se aparecía en mi edificio, a esperar que le abriera y estuviese disponible para él.

Abrí la puerta de entrada, estaba decidida a acabar con todo esto. Cuando subió hasta mi apartamento, le abrí la puerta diciéndole:

–¿Qué diablos haces aquí Alex? –

–Ya vas a empezar de nuevo con lo mismo Irina, andaba en una reunión de trabajo, no estaba con otra, si es lo que estás pensando –

–¿Sabes qué? Me interesa un maldito comino lo que andabas haciendo. Yo no soy tu juguete, con el que te entretienes en tus tiempos libres sabes, esto se acabó –

–¿Estás hablando en serio? –

–Ooooh por supuesto que si, muy en serio, lárgate de aquí –

–Estás loca. Por esta mierda es que prefiero estar lejos de ti todo es tu culpa. Tú no sabes amar, siempre pones límites, nunca te entregas de verdad. Y si, dormí con Anastasia mi secretaria, ¿estás feliz? –

–Completamente, ahora lárgate y no vuelvas nunca hijo de perra – grité histérica.

Lo hice, por fin me había desecho del patán de mi novio. Sabía que me engañaba y había logrado terminar con él. Me sorprendí al percatarme que no me sentía ni un poquito triste, eso me confirmó que es probable que no lo amaba de verdad. Creo que Alex tiene razón al decir que yo no sé amar. Me senté en mi cama pensando en eso. Era cierto, después de Derek, yo nunca le volví a abrir mi corazón a nadie. Todas mis relaciones siguientes fueron solamente físicas, y bueno, el cariño normal que desarrollas por una persona al compartir mucho con ella, pero no amor real. Ese desgraciado se había llevado mis ganas de enamorarme de verdad, y me daba rabia ¡mierda! Solo éramos adolescentes, ¿Cómo era posible que él me hubiese dañado permanentemente? Creo que si a eso le sumamos una familia como la mía todo comienza a tener sentido.

Mi celular sonó nuevamente, sacándome de mis pensamientos y haciéndome pegar un brinco sobre la cama. Era Mary:

"Pasamos por ti a las 8, así que mueve tu trasero."

Tenía ganas de celebrar esta noche, ganas de olvidarme de todo, de mi jodida vida, de mi soledad, de mis decepciones, y es lo que haré. Corrí a mi armario, ya sabía que ponerme: mi vestido negro, ajustado al cuerpo, me queda un poco mas de una cuarta para arriba de la rodilla, en la parte de arriba tiene unas tiras cruzadas en el cuello y los hombros y espalda descubiertos. Me lo puse, me sentía bastante sexy con el, no tengo una figura perfecta, pero creo que el gym ha producido uno que otro efecto en mi. Me senté frente al espejo y me maquillé. Me puse sombras negras difuminadas, para darle intensidad al azul de mis ojos y un labial suave. Estaba casi lista, corrí al armario para elegir los zapatos, unos tacones negros, bastante altos, pero firmes.

Por esta vez... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora