El tiempo había transcurrido rápidamente, ya faltaban solo unos días para que fuese navidad y me sentía muy emocionada. Sería la primera navidad con Derek y realmente deseaba que fuese especial así que ya había empezado a ojear recetas en internet y también había encargado un hermoso vestido rojo para celebrar esa noche. Deseaba que todo reflejara la felicidad que sentía por dentro, las flores, la cena, las luces, la decoración, mi atuendo, todo. Quería que Derek pudiese ver en cada detalle lo feliz que me hacía.
Terminé de decorar mi casa para la ocasión. Habían pasado muchos años desde la última vez que lo hice, ya que para estas fechas estaba en todo el esplendor de mi soledad y mi tristeza, así que nunca tenía ánimo de poner lucecitas y esas cosas. Pero este año sería diferente, así que me sentía emocionada como una niña pequeña.
Me dirigí al centro para comprarle un regalo a Derek. Lo había visto mirar con especial interés una consola de video juegos por internet, y aunque debo admitir que me pareció un tanto infantil, así era él, un niño grande.
Entré a una tienda llena de cosas geek: figuras de súper héroes, historietas, videojuegos y muchas otras cosas que me hacían pensar que estaba en una juguetería. Uno de los dependientes se me acercó, supongo que notó mi desconcierto mientras observaba la estantería:
−Hola, ¿La puedo ayudar en algo?
−Hola, verás, estoy buscando la última consola de PlayStation, es que se la quiero obsequiar a mi novio para navidad, ¿podrías ayudarme?
−Oh claro, pase por acá – dijo mientras me indicaba el camino con su mano izquierda – creo que solo nos queda una.
Revisé el aparato detenidamente, pregunté por su garantía y por algunos juegos, los pagué y me lo llevé. ¡Qué suerte, era la última! Espero que a Derek le guste, ya que es bastante costoso. Luego pasé por una tienda para que lo pudiesen envolver en papel de regalo, ya que a mi no se me dan mucho las manualidades, y, a no ser que una bolsa plástica cuente como papel de regalo, era mejor pagar para que alguien lo envolviese decentemente por mi.
Antes de irme a casa, pasé por un helado a la dulcería frente al parque central. Tenía unas ganas inmensas de comer un helado de chocolate combinado con pie de limón, se me hacía agua la boca de solo pensarlo y ya que estaba en el centro ¿por qué no? Mientras disfrutaba mi helado revisé mi celular, pero ni una sola llamada de Derek, ya me comenzaba a inquietar.
Al llegar a casa situé la caja debajo del árbol, y lo observé detenidamente, mientras visualizaba la reacción de Derek al abrirlo, sus hermosos ojos brillando como estrellas y su impecable sonrisa diciendo "gracias" con un poco de pena. Sonreí y me dirigí a la cocina para buscar algo de comer.
Ya eran las 11 de la noche del sábado, y no tenía noticias de él. El día anterior me había dicho que iría a visitar a su familia, pero me sorprendía mucho que no me hubiese enviado si quiera un mensaje de texto, así que yo tampoco quería enviarle nada, tal vez estaba atendiendo algún asunto delicado con ellos.
Para no pensar en eso, lavé mis dientes y me acosté a dormir con Zeus, mañana sería un nuevo día y de seguro habría una buena explicación. Esta vez quería confiar en Derek, en mi amor.
La luz se filtraba por la ventana y el calor de la mañana me despertó, ya eran las diez de la mañana, pero me encontraba sola en la habitación. Me levanté y puse a hacer un poco de café mientras lavaba mi cara y mis dientes. Había amanecido con ganas de tomar café negro con galletas cubiertas con crema de avellanas.
Escuché un ruido en la estancia así que corrí a ver quién era:
−Amor eres tu – dije animadamente – pensé que no ibas a llegar a tiempo para que celebráramos la navidad, ¿qué pasó?
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Por esta vez...
عاطفيةPrimera, segunda...tercera oportunidad. ¿Cuantas son necesarias para saber que amas a alguien? Derek Dunne e Irina Hamill vivieron un apasionado pero inconcluso amor juvenil, el cual la deja a ella destrozada y con muy poca fe en el género masculino...