Pájaro

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— Vamos, sos libre.
Pero el pájaro no voló aún pudiendo hacerlo. Y ahí entendí que quizá las personas no somos tan distintas a las aves.
Hay momentos que nos privamos de la libertad de ser quienes realmente somos, de mostrar todo nuestro potencial, de ir más allá y nos quedamos porque hay algo más fuerte que nos retiene como el amor o el miedo.
Lo que no comprendí esa tarde era la razón de él para quedarse conmigo, quizá después de días curando sus heridas había aprendido a quererme o quizás no, quizás sólo tenía miedo de volver a volar tan alto en el cielo.
Lo miré y sentí muchas ganas de abrazarlo porque yo también lo quería pero también quería que fuese libre. El amor no encadena, ni condena.
Finalmente extendió sus alas y después lo ví deslizarse entre viento que soplaba despacio.
Su bello arte y verlo intentarlo me hizo tan feliz.
A veces volvía a visitarme, y lo escuchaba cantar. Sonreí y me prometí que si alguna vez me privaba de algo sería sólo y únicamente por amor.

Pedazos de alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora