Veinte

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Todavía me cuestiono como es que llegué hasta acá.
Ya tengo veinte años y aceptarlo me duele pero quizá no tanto como negar que finalmente estoy orgullosa de mi.
El otro día intentando acomodar un poco los libros que tenía en un estante de la biblioteca me encontré un par de fotografías viejas de aquellos días cuando solía sonreír y correr sin que nada me importara ni nadie me lo impidiera. Después cerré los ojos y los apreté fuerte con la intención de volver a sentir esa brisa de verano que me golpeaba suave en la cara. Aún con un poco de nostalgia también sonreí.
Volví a la realidad y me cuestioné una y otra vez si lo que estaba viviendo no era uno de esos sueños fantásticos que me inventaba cuando tenía diez.
Revisé el calendario por las dudas pero confirmé que el tiempo pasó y que ya no tenía diez años; tantas cosas cambiaron desde entonces. Intenté recordar como era todo en esos días aunque mi memoria empezaba a fallar y todo me resultaba tan lejano.
Me quejé un poco porque estaba perdiendo  el tiempo y después me reí de mi propia ironía.
También me encontré un cuaderno algo gastado y cubierto de  polvo con un par de textos viejos que juraría haber olvidado aunque al releer sus párrafos parecía que las sensaciones y los recuerdos habían quedado intactos en mi memoria. Me estremecí y de repente todo se tornó en tonos gris. Escuché a una nena que no dejaba de llorar y caminé en su dirección, le pregunté por qué estaba triste y ella  simplememente me enseñó sus muñecas sangrar. Una cantidad casi infinita de imágenes se proyectaron en mi mente en cuestión de segundos, la abracé y también le prometí que todo iba a estar bien y que era la persona más increíble que había conocido. Me sonrío.
Suspiré y con cuidado cerré el cuaderno de modo que todo permaneciera en su lugar sin que existiera esa mínima posibilidad de ser alterado.
Me tomé un descanso breve, me preparé un café que se había vuelto mi bebida favorita y prendí la computadora. Después de un rato recibí una notificación en mi blog que me invitaba a realizar otro viaje hacia los años que siguieron. Hacía tiempo había dejado de escribir porque había días que no tenía tantas ganas y quizá anotaba un par de frases en una agenda que pensaba después tirar porque prefería olvidar el desastre que era mi vida hasta que fui perdiendo la costumbre.
Hubo un día que volví a agarrar mi computadora y me fui directo al blog de notas pero había algo diferente en mi manera de escribir porque había empezado a creer en mi misma.
Todavía me cuestiono muchas cosas, muchísimas y aunque a veces me quede atrapada en mis recuerdos es un poco para tratar de no olvidarme nunca de quién soy y sentirme orgullosa de haber vencido mis miedos tratando de ser cada día un poquito mejor.
Ya tengo veinte años y ahora confío en mi misma.
Ahora estoy lista para lo que sea que venga y lo espero con una gran sonrisa.

Pedazos de alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora