Jamás nadie se había detenido a mirarme tanto tiempo como él aquella tarde. Su mirada me trasmitía ternura pero me ponía nerviosa el pensar que me estaba equivocando, que quizá no era yo a quien miraba ni en quien pensaba.
Quería ser la que ocupaba su mente, quería sentirme querida, quería corresponderle como nadie me había correspondido a mí. Pero tenía miedo, de equivocarme, una vez más.
Por eso callé, e ignoré aquellas charlas casuales guardando mis dudas y mis sentimientos muy profundos para que nadie, ni siquiera él supiera que me parecía hermosa la manera en que sonreía y el color del que tenía los ojos.
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Pedazos de alma ©
PoetryMis escritos son tan sólo un manojo de sentimientos que quisiera guardar para siempre.