Cada día se despertaba esperando que llegara el momento de ya no hacerlo.
Se observaba frente al espejo detenidamente durante largo rato mientras inmóvil sentía como su odio crecía en su interior.
Su rutina era cortar sus muñecas, las ocultaba bajo su suéter; nadie lo notaba. Su rutina era su llanto, lo ocultaba bajo una sonrisa; nadie lo notaba.
Hablaba con personas que no comprendían su situación; se sentía fuera de este mundo.
Cada noche entre lamentos deseaba que esa realidad no fuese la suya, esperando que al despertar por la mañana todo aquello no fuese más que una tonta pesadilla.
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Pedazos de alma ©
PoesíaMis escritos son tan sólo un manojo de sentimientos que quisiera guardar para siempre.