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No podía verla, el solo hecho de pensar que se encontraba aún en la misma habitación lo mortificaba, después de todo lo que les había ocurrido esa noche, no comprendía el por qué... pero sentía que la había lastimado de una manera imperdonable, a pesar que él, por su posición real no tendría por qué guardar cualquier tipo de sentimiento de culpa al respecto, había hecho... lo que le obligaron a hacer, se había convertido finalmente en el hombre que su pueblo clamaba.

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MYTHICAL BUTTERFLY

VI

Había recuperado el control complete sobre su cuerpo y sus sentidos, llegándose a sentir terriblemente exhausto y adolorido en todas partes, sin embargo, más que fijarse en él y en la desnudez de su cuerpo tendido sobre la seda, se limitaba a observar la sombra que se dibujaba en la pared, reflejo de la luz del candelabro aún encendido y cuyas velas goteaban poco a poco mientras disminuían de tamaño.

La figura femenina se cubría con aquella manta de tela fina y suave.

-No tienes nada que temer... -dijo finalmente aún sin voltear a verla. -No voy a dejarte sola...

Aquellas palabras le hicieron fruncir el seño a la chica que bajó la mirada junto a su rostro, que no hizo más que asentir, al recordar su motivo principal de acción. Las palabras de su padre eran completamente ciertas y ahora, aquella promesa se cumplía.

-Infinitas gracias las que lo envuelven Mi Señor... -reverenció doblando una de sus rodillas tras la otra pierna para al levantar la mirada nuevamente, encontrarla con la plateada que la mira con expresión culpable. -¿Alteza?... -clavó su mirada azul en él, podía llegar a comprender que lo que había sucedido entre los dos, no fue deseado por él y ella no sirvió más que como vía de escape, para que todo aquello terminara de una vez.

-¿Te encuentras bien?... -bajó la mirada y apretó fuerte por párpados, para luego tratar de sentarse, al verlo ella se acercó rápido y le ayudó a sostenerse.

-Eso debería preguntar yo Mi Señor... sus heridas aún no habían sanado... -el recuerdo de tocar la carne abierta en la espalda del príncipe le hace bajar nuevamente la mirada.

-¿Eso te causó repugnancia? -la miró serio, los cabellos azulados de la chica tomaban una coloración violácea por la luz tan tenue de la habitación.

-Las palabras que menciona son imposibles Mi Señor... yo no soy más que su esclava si usted así lo manda.

-¿Esclava?... ¡Acabas de entregarte a mí! -en su propio reclamo pudo entender las palabras de la joven, así como él no lo deseaba... ella tampoco lo hizo. Sin embargo... en el momento en que todo estaba pasando... su cabeza daba vueltas junto a sus pensamientos y las sensaciones extrañas que lo recorrían infinito que no pudo notarlo, aún... podía recordarlo aunque fuera tan irracional como lo pensaba que sería.

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Sus pupilas completamente dilatadas por la influencia de la droga, no lo dejaban ver nada con claridad, se sentía tan fuera de sí que hasta el roce del aire le parecía una caricia en medio de aquel dolor que llevaba semanas sintiendo. Los agujeros que la punta afilada de la fusta del príncipe Vector había escavado sobre su piel hasta llegar casi tan profundo como sus huesos habían desaparecido de sus pensamientos, tras la visita del médico de la corte a sus aposentos.

A pesar que se rehusara beber aquel brebaje se sentía tan débil que no estaba en posición de discutir y terminó por ingerirlo, sabía lo que venía entonces... pero no había nada en él que pudiera ayudarle a evitarlo, su coraje, su fuerza y su convicción habían sido encerrados dentro de una jaula en su espíritu por aquellas hiervas que lo adormecieron.

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