XII

476 37 20
                                    


—Hermana... hermana... —El ojo verde que se asomaba por la cortina apenas corrida, parpadeó dos veces.

—¿Qué sucede Terraria?... —Se interesó la mayor de las diosas, que sentada en el sofá del frente, colocó su taza de té sobre la mesita del centro, para prestarle atención.

—Hay un hombre... Hay un hombre afuera que no deja de ver hacia acá...

—¿Qué?... —se preocupó y llegando a su lado, corrió un poco la cortina para percatarse por sí misma. Cuando la sorpresa invadió su mirada ambarina que incluso tembló. —¿Ali?...

—¿Ali? —preguntaron al unísono las siempre unidas diosas gemelas.

—¡Quiero decir! —se aclaró la garganta. —Su alteza el príncipe Alistair... —cerró la cortina y dándose la vuelta, recostó su espalda contra la ventana.

SWORD ART ONLINE

MYTHICAL BUTTERFLY

XII

—¿Pero qué está haciendo aquí?... ¿No se supone que debería estar en cama?... —levantó también parte de la cortina Solus, intrigada.

—Más que eso... Debe ser alguien más... ¿Acaso no vieron su cabello? —señaló el punto más resaltable en el acto la rubia.

—Sí... —asintió solamente la mayor, como si el comentario no tuviera la relevancia que la hermana quería brindarle. —¿Sigue ahí?...

—Sí... y está mirando hacia la puerta, creo que ya se percató que lo observamos... —dejó la cortina en su lugar Solus. —Quizás deberíamos ir por él... el tiempo que hace no es muy favorable para una persona en recuperación.

—Tal vez si despejaras un poco... todos seríamos más felices. —le sonríe la rubia.

—Esta vez no soy yo... ya se los dije... —se cruzó de brazos la aludida.

—Bueno, si no hay más remedio, voy por él. —Colocó la mano en la manecilla de la puerta la diosa floral.

—¡No! —colocó su mano sobre la de su hermana la diosa mayor.

—Pero Stacia... —la miró tratando de averiguar a través de los gestos de su rostro aquella decisión. —Si apenas anoche te fuiste del palacio sin nuestra autorización... sólo porque te requerían de su palacio... no pensaste que todo pudiera ser una trampa, para que ahora digas que no... ¿Por qué?

De ninguna manera podía mencionarles el hecho de haber pasado la noche entera sosteniendo la mano del príncipe. —Es sólo que... —bajó la mirada al no saber cómo responder, ellas tenían razón en desear dejarlo entrar, después de todo ¿Qué podría suceder? Era simplemente su pecho el que se encontraba intranquilo, de sólo pensar en tenerlo frente a frente nuevamente.

—Está bien... ve... y dile que estoy indispuesta, que lamento mucho que haya venido hasta aquí. —Buscó sentarse nuevamente sobre uno de los sofás.

—¿Estás segura? —parpadeó preocupada la diosa radiante para voltear casi al instante hacia su gemela buscando su aprobación.

—Sí eso es lo que ella quiere. —se encogió de hombros Solus.

—Está bien... —la reverenció y con esto caminó hasta la puerta, la que al abrirse, desde el exterior, llamó la atención del príncipe apoyado en la base del árbol más cercano. En un principio con la gracia de su hazaña dando frutos, esperaba verla asomarse, pero sus ojos plata se entrecerraron al ver salir a una de las pequeñas. La siguió con la mirada todo el trayecto hasta que se paró frente a él, bastante nerviosa por poder acercársele a hablarle directamente.

Mythical ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora