III

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Al principio de todos los tiempos... el mundo se encontraba dividió en tres partes iguales: The world, céntrico; The Underworld el reino del sur y The Overworld el reino del norte, los tres con formas diferentes de ver la vida y por ende la supervivencia, a pesar de que dentro de los estudios realizados por cada parte del mundo integraban la existencia de los tres como poseedores de fuerza vital, nadie tenía permitido el estudio más allá de las fronteras de sus respectivos estados, por lo que mucho menos se aprobaría las relaciones extraoficiales entre miembros de cada mundo o peor que eso, la mezcla de las razas.

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MYTHICAL BUTTERFLY

III

REINO DE UNDERWORLD

Había llegado el momento de aceptarlo... desde el inicio de la guerra contra Overworld no había logrado saber nada de su amigo... del cual sabía perfectamente su procedencia al haber visto por ella misma, los cuernos emergiendo entre sus cabellos.

No volvería más a aquel lugar... no miraría los remolinillos desvaneciéndose... no olería el aroma de los frutos rojos a su alrededor... no comería pan robado...

Por lo que quería disfrutarlo aunque fuera sólo una vez más...

Tras poner un pie... y luego el otro al pasar por los matorrales, sus ojos se abrieron grandes y sus labios se separaron, mientras las lágrimas se le concentraban en la mirada.

Frente a ella, dándole la espalda, un niño delgado, de piel clara, cabellos oscuros... llevaba puesta ropa demasiado fresca, cual mantas, una venda circulando su cabeza sobre la frente y otras más sobre los brazos y antebrazos.

-¿Eugeo-kun?...

El sonido de la voz, llegó fuerte y claro hacia él, por lo que se sorprendió en un respingo y se volteó rápidamente para corroborar que se tratara de ella.

-¡¿Te encuentras bien?! –corrió rápido hasta alcanzarlo y lo tomó de las manos, no podía dejar de ver sus vendas, pero terminó por levantar su rostro para encontrar su mirada gris, suplicante porque lo abrazara.

De un momento a otro el pequeño calló arrodillado frente a ella, quien abrazó la cabeza del niño contra su pecho, mientras lo escuchaba llorar con amargura, las lágrimas de ella se deslizaron inmediatamente.

Casi derrumbada por su peso, retrocedió un par de pasos en busca de equilibrio hasta conseguirlo y lo contuvo con aquel pequeño cuerpo que para esos momentos no podía hacer más que servirle de tabla, para aferrarse y expresar todo lo que su corazón guardaba desde aquella fatídica noche.

El sol, que hace horas se presentaba imponente y esplendoroso, se había ocultado poco a poco entre las nubes, dándole paso al atardecer naranja, que acompañaba la brisa previa al aparecer de la oscuridad.

Aquellas pequeñas siluetas se divisaban arrinconadas en la base del árbol más cercano al río. El niño de largas pestañas y oscuros cabellos, finalmente dormía con la expresión relajada en desahogo, con las lágrimas secas sobre el rostro, abrazado del pecho de la castaña, que rodeándolo con los brazos, había terminado por sucumbir al cansancio.

Sin embargo, la pequeña llovizna imprevista, gota a gota empezó a jugar con toques saltarines sobre sus narices y pómulos, haciéndolos reaccionar.

Los ojos caramelo se abrieron casi al instante y tras un par de parpadeos, recordó el contexto de aquel abrazo que aún mantenían. –Mi padre... fue asesinado por ese monstruo... Las palabras pronunciadas entre llantos, acuden a su mente en una estocada dolorosa, al estar consciente que aquel monstruo no había sido otro que el Príncipe Vector... su hermano... le había arrebatado su familia a él... un amigo cercano, pero sin duda, muchos niños más estarían pasando por la misma situación.

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