XXXI

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MYTHICAL BUTTERFLY

XXXI

Era tan extraño... caminar por las tierras que lo vieron crecer... y sentirse ajeno a su propio hogar... el miedo a ser reconocido como parte de la antigua guardia real, lo había llevado a pasar con bajo perfil, escondiendo su característica cabellera rubia bajo la manta oscura que lo cubría hasta poco más abajo de las rodillas.

Había pasado a las afueras del castillo y ninguna de las entradas estaba abierta al público como solían estar. Cual el castillo se hubiera convertido en un fuerte, sustrayendo a sus habitantes del mundo o protegiéndolos del exterior.

Las paredes manchadas de pinturas y vegetales podridos arrojados contra estas, le daban apariencia de abandono.

Se detuvo frente a la entrada principal, donde en tiempos anteriores, las banderas simbólicas de la familia real, ondeaban en los estandartes, pero ahora... no había nada... ¿Qué había ocurrido?...

La mirada esmeralda, miró en los alrededores y los puestos de ventas establecidos en las afueras del castillo, seguían igual, por lo que se mezcló entre la gente que caminaba por el mercado, con rumbo a la plaza central.

—¡¿Qué no escuchaste lo que dijo el Clero?! —los gritos de una pelea proveniente de más adelante, propiciaron que la gente se dispersara.

—¡Ustedes no tienen ningún derecho a quitar nuestras ofrendas! —Defendía otro más.

Eugeo se quedó escuchando los argumentos desde más atrás, localizando con la mirada las flores de las que se hablaba. Prácticamente se había levantado un pequeño altar en el centro de la plaza central, donde se habían depositado varios ramos de flores, velas encendidas, pergaminos con pensamientos y dibujos a tinta gruesa.

—¡El rey era un demonio! ¡El sacerdote lo dijo! ¡¿Acaso no vieron sus alas demoniacas?! —se agachó el hombre y tomando dos ramos de las flores las aventó lejos.

Ante lo que escuchó, Eugeo buscó acercarse, incrédulo.

—¡Pues si él era un demonio, entonces todos lo somos! ¡El rey Alistair no hizo más que sacarnos adelante! ¡Ahora ese Clero del que tanto hablas está encerrado en el castillo! ¡Llevamos 5 días sin recibir semillas! ¡A este paso no lograremos sembrar antes de las lluvias!

—¡Cuida esa lengua! ¡El Clero dijo que arrestaría a todo el que proclamara el nombre de Alistair!

—¡Por la sangre de mi rey que yace seca sobre estas gradas! ¡Que vengan aquí y nos masacren como a él, entonces!

—¿Qué?... —los ojos verdes, se dirigieron entonces a las estructuras mencionadas y en efecto... la mancha para esos momentos cafesosa se extendía a pinceladas de goteos escaleras abajo. Era demasiada... al verla sintió como la respiración se le aceleró, mientras la preocupación de que las palabras que escuchó fueran ciertas... ¿Toda esa sangre... era de Ali?... ¡¿Pero por qué?!

—¿Se encuentra bien?... —Le colocaron la mano en el hombro, dudoso de si voltear o no y corresponder a la amabilidad, tardó unos segundos, pero decidió hacerlo, encontrándose con un rostro pecoso conocido.

—¿Elizbeth?...

—¿¡Eugeo-san?! —se tapó los labios por si misma, esperando no haber sido escuchada.

—Ven... —la tomó del brazo y saco de la multitud.

—¿Dónde estabas?... Se supone que todos ustedes están encerrados en el castillo... ¿Acaso... lograste escapar?... Pero... —la desesperación se resumió en su rostro de pensarlo libre y que no hubiera intervenido en todos los acontecimientos recientes. —¡¿Por qué no hiciste nada?! —lo empujó contra el pecho.

Mythical ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora