XIX

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Había vivido con esa filosofía desde que tenía memoria. Disfrutaría de las mujeres sin esperar nada de ellas... Era mi mandato para ese lado de mi ser, jamás traería a este mundo a un pequeño más... A este mundo de injusticia y oscuridad, al punto de olvidar que la razón principal de su existencia era precisamente esa... brindar el medio necesario para crear la vida en su interior.

Esa vida que venía de mí... y de todo hombre en esta tierra.

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MYTHICAL BUTTERFLY

XIX

ADVERTENCIA: LEMMON

Hacía lo que quería... como quería... y cuando quería con ellas... Y si había algo que odiaba, era que me rodearan por la cintura. No tenían derecho a atarme.

Si alguien era dueño de su propio hacer, ese era yo, el príncipe, nadie iba a obligarme a nada, por mucho que se proclamara como mandato. Las piernas que se enredaran sobre mi cadera iban a perder la oportunidad de la satisfacción de mis necesidades. Porque no me permitía moverme con libertad y nadie más que yo, tenía el derecho de decidir en qué momento retirarme.

Nunca me vertía dentro, jamás.

Y lo creía... firmemente.

Hasta que ella me enseñó todo lo contrario... Stacia, podía alejar los pensamientos y la cordura de mi cabeza. Hundiéndome en el pozo infinito de dulzura y obsesión, en una mezcla que impactaba contra todas las partes de mi cuerpo. Como si me atrajera y despojara al mismo tiempo, se tragaba a trozos mi alma con cada pequeña inspiración.

Y ahí me tenía... prisionero y mendigo. Haciendo todo lo que deseara y rogando almacenar en mi boca cada una de sus pequeñas exclamaciones. ¿Qué me había hecho?... Me había enganchado al destierro de lo razonable por aquel túnel entre sus piernas.

A pesar de haber estado juntos varias veces hasta ese día... Nada fue nunca más igual... Me sentía fundido a ella... sin saber cuantas veces me vertí. Perdí la cuenta.

Desde el momento en que inició el recorrido sobre mi cuerpo, que bien conocía, algo me decía que mi diosa, no se detendría ante ningún obstáculo y obtendría lo que deseaba.

El contenido de aquella diminuta botella la había liberado y no importaba donde nos encontráramos... nada más importaba que nosotros dos.

Realmente involucrada en su cometido, estaba dispuesta a hacer fluir en mí cada gota y hervir las células en mi sangre.

Siempre recatada y tímida... mi dulce Stacia... Había despertado... a su propio instinto de lujuria y estaba involucrándome. No me permitió argumentar, sellando la entrada en mis labios con sus tibios dedos mientras los toques de sus manos y besos se confundían entre sí por el camino declive sobre mi pecho que desnudó a su antojo, no podía dejar de mirarla... su mirada chocaba contra mis ojos de vez en cuando, hasta llegar a los límites inferiores de mi abdomen, en donde desapareció... haciéndose sentir al instante en mi hombría, tomando los colgantes entre sus manos para lamerlos y besarlos en el interés de la provocación absoluta.

Me tenía dispuesto y esclavo de sus deseos... una cacería que había terminado por apresarme en lo que deseara, solo quería ver hasta donde sería capaz de ir.

Iba a acabar conmigo... me doblegó al punto que tuve que recostarme sobre la cama, me sentía moviendo entre sus labios en un vaivén impulsado por su cabeza, que me provocaba abarcar por completo su boca, al punto de moverme para conseguirlo.

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