Prólogo

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Prólogo

—Sentaos, por favor. — Nos pidió el viejo con tranquilidad.

Obedecimos recostándonos en los sillones junto a la chimenea. «Bastante cómodos», pensé sin perder de vista al anciano que nos servía una taza de infusión caliente con galletas de nueces, las cuales decidí no probar por desconfianza. Se sentó en la butaca de enfrente, la más próxima a la chimenea y a la puerta tras él, mesándose la barba, meditabundo con sus ojos reflejando el fuego que le aportaba un aura misteriosa y siniestra. Tosió, tomó un trago de su taza y devoró una galleta. Mis compañeros se veían tensos y no me extrañaba, no era normal que un anciano invite a extraños a su casa en medio de la nada y con una tormenta de nieve encima después de días de viaje por un páramo helado y yermo. De cualquier manera, era mejor que estar al raso y no moriríamos por una tormenta, ni hablar; no cuando estábamos tan cerca. Nuestra misión era llegar al punto de encuentro para reunirnos con el resto y salir del maldito país de hielo. Llevábamos información y mercancía demasiado valiosa como para morir y el precio a pagar por el refugio era escuchar la historia del viejo, lo cual ya era más raro de por sí. Para bien o para mal, aceptamos, aunque manteníamos las manos en las armas en todo momento. Se palpaba tensión.

—¿Listos para pagar? — Nos preguntó rumiando un trozo de nuez. — No me hago responsable de lo que pueda pasarles a vuestras tiernas mentes.

—Acabemos de una vez. — Le respondió secamente Sally. El hombre sonrió, una sonrisa lobuna en su arrugada cara. Se acomodó en la silla y comenzó su relato.

—Cuando la creación apenas empezaba a extenderse por todas partes y la vida empezaba a florecer, nacieron dos dioses sobre dioses para mantener el Equilibrio en la existencia. La Vida y la Muerte encarnadas, Lux y Tenebro...

—Ya, ya... la vieja leyenda. — Interrumpió Markus. — Es un cuento para niños, yo me esperaba una historia mejor.

—No recuerdo haber dicho que podías interrumpirme. — Nos reprendió frunciendo el ceño.

—Lo sentimos. — Le lancé una mirada amenazadora a Markus para que cerrara el pico. —Continúe, por favor.

—Bien... — Tomó la taza entre sus manos y dio otro sorbo lento. — Juntos mantenían el Equilibrio tanto dando la vida como segándola como al trigo. Sin embargo, como siempre con los hermanos y el poder, Tenebro, que era el más joven, se cansó de compartir el poder con su hermano.

» Lux intentó convencerlo para que no hiciera nada que pusiera en riesgo el Equilibrio, pero Tenebro era ambicioso y hundió a su hermano en las más oscuras Tinieblas para que su luz no volviera a dar vida y así expandir su poder por doquier. Antes de ser encerrado en la prisión de Oscuridad, Lux concentró toda su energía en un pequeño medallón para que existiera una oportunidad de vencer a su hermano y envió la reliquia lo más lejos que pudo, a un pequeño mundo floreciente. Furioso, Tenebro envió a sus esbirros por todos los rincones del universo para destruir el último legado de su hermano. Nunca lo encontraron por más que lo buscaron, hasta ahora... — Se interrumpió y me miró fijamente. — Y es el que llevas al cuello. — La situación se torció. Markus y yo desenvainamos las espadas y Sally tensó el arco mientras el viejo comenzaba a reír. —Estúpidos críos. — Soltó. — Una historia y caéis como idiotas en una trampa tan obvia que hasta un niño podría darse cuenta. — Se puso en pie. — Ahora, entregádmelo y os dejaré medio vivos.

—¿Y qué vas a hacer tú solo contra nosotros, viejo? — Se mofó Markus haciendo florituras con su espada de acero.

—Cállate, Markus. — Le espeté al muy bocazas y de las ventanas y de las puertas empezaron a salir figuras amorfas de pesadilla, criaturas formadas por una sustancia similar a la brea, viscosa a la vez que inexistente.

Sombras... — Susurró Sally antes de caer inconsciente de improviso.

Mis compañeros cayeron dormidos y miré al viejo con odio, no podía moverme sin que alguna de las Sombras atrapara o dañara a mis amigos. Aparté la vista solo un segundo para vigilar el entorno dando al hombre la oportunidad para desaparecer y dejando que apareciera detrás de mí.

—Debiste hacerme caso y darme el Medallón, ahora será mucho peor para vosotros. — Me dijo al oído con voz melosa, disfrutando el momento antes de golpearme y caer inconsciente.

Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora