Capítulo 13
Marcado
La flecha silbó en el aire y se clavó en el suelo por delante de nosotros. Noté la sangre brotar del corte en mi mejilla, pero no sentí el dolor. Mi tío no había fallado, sabía muy bien dónde disparaba y no iba a volver a errar deliberadamente delante del nuevo emperador. O eso creía. Me apresuré a idear algo para sacarnos del apuro con las flechas y el grupo de jinetes tras nosotros sin ser de mucha ayuda para pensar. La muerte nos pasaba rozando con un silbido y tuvimos suerte de que no alcanzaran a los caballos que, sorprendentemente, no se asustaron esa vez. Una vocecita en mi cabeza me aconsejó que usara el odio de Máximo en mi favor, a pesar de lo peligroso que resultaría.
—¿Te sigue doliendo el puñetazo, Máximo? — Le grité a través del ruido de los cascos desde el final de nuestro grupo. — ¿O ya solo es el orgullo?
No respondió, aunque veía la ira brillar con más fuerza en sus ojos. Con un movimiento de su mano, los arqueros montados dispararon con más brío hacia mí. Sally se giró hacia nuestros perseguidores y les disparó con fluidez con Luna a la zaga. Me asombró lo mucho que habían mejorado en tan poco tiempo bajo el mando de Diana. La persecución se alargaba demasiado minando la energía de los caballos y la incesante lluvia de flechas empezaba a ponerlos nerviosos. Los débiles rayos del alba asomaban por el este y alumbró un tanto el camino por el valle entre las pequeñas montañas. Nuestros perseguidores se acercaban por momentos y no teníamos escapatoria.
—¿Tienes alguna idea? — Le pregunté a Giles.
—Más adelante hay un pequeño riachuelo y un espeso bosquecillo. — Respondió a la vez que una ráfaga de viento apartaba una flecha. — Podrías intentar perderlos allí.
—¿Son todos humanos?
—Sí, pero Máximo... — Dijo el halcón.
—Todavía tiene salvación. — Le corté.
Los minutos se me hicieron eternos hasta que vislumbré el bosquecillo y el ancho riachuelo, pero ya había ideado algo a lo que se podría llamar plan, aunque si Sally hubiera podido leerme la mente como Luna, se habría dado la vuelta y me habría disparado por imbécil.
—¡Máximo! — Le grité. — ¡Eres un cobarde! ¡No te atreves a enfrentarte a mí sin tus lacayos! ¡Eres una vergüenza de Emperador!
Aquello fue lo que lo sacó verdaderamente de sus casillas. Empezó a espolear brutalmente a su caballo con la espada en la mano y la sed de sangre en su rostro. El pobre animal, ya cansado, aceleró el paso a duras penas y comenzó a salvar la distancia que nos separaba rápidamente. Cruzamos el agua levantando gruesas gotas y alcanzamos la orilla contraria empapados que, junto al viento que se había levantado, enfrió bruscamente a nuestras monturas. El bosquecillo estaba muy cerca y conseguimos poner distancia entre nuestros perseguidores de nuevo. Sin embargo, los caballos habían perdido el ritmo y estaban a punto de desfallecer. Me dolió en el alma, pero tuve que forzar a Nerón para que volviera al galope notando en mi espalda la fuerza del odio de Máximo acercándose. Por fin, llegamos cerca del bosquecillo. El plan estaba en marcha. Con una agilidad antes fuera de mi alcance, me coloqué de cuclillas sobre la silla y me preparé para saltar en dirección a los árboles. Luna giró la cabeza y abrió los ojos de par en par, pude leer en sus labios pronunciar el nombre de Sally y esta se volvió hacia mí. En sus ojos apareció un brillo amenazador seguido por unas palabras de advertencia, pero entre el sonido del viento en los oídos y el resollar de los caballos junto al ruido de los cascos contra el suelo amortiguaron sus palabras, aunque pude distinguir un precioso «Ni se te ocurra...». Aceptando que, si no me mataban en este estúpido plan, lo harían Sally y Luna, salté al bosquecillo sin hacerme daño con la ayuda de Giles y me interné corriendo, pero lo suficientemente lento para que no me perdieran la pista.
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Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.
AdventureEl Equilibrio es la fuerza que sostiene la realidad, pero la guerra entre los dos Dioses Primordiales ha inclinado la balanza hacia el lado de la destrucción. Con el Dios de la Vida encarcelado en las Tinieblas por su hermano divino, la tarea recae...