Capítulo 15
Kartag
La casa del señor de la provincia de Kartag se veía desde el pueblo, el aire marino era estimulante y su gente increíblemente amable con los extranjeros. Caminamos por la calzada rural sujetando las riendas de nuestros caballos mientras nos acompañaban unos cuantos niños que nos ofrecían fruta y pescado fresco, los rechacé suavemente y les di a cada uno un denario plateado, lo que les dejó con los ojos abiertos de par en par. Luna cogió una gran manzana y me miró con timidez. A pesar de que se sentía la pobreza en la que vivían aquellas bondadosas personas, eran increíblemente atentos y generosos. Markus les preguntó el camino para llegar hasta la casa del noble, a lo que respondieron con precisión y rapidez. Del pequeño pueblo pesquero a la casa señorial de la colina nos deleitamos, expectantes, con el ruido de las olas que escapaban del muro de dunas que nos tapaba las vistas del inmenso mar. Nunca había visto el mar, solo en pinturas, pero podía imaginármelo y estaba entusiasmado con poder observarlo al fin. El camino ascendía sobre la primera colina y allí estaban las extensas aguas azules que reflejaban la luz del mediodía como si fueran piedras preciosas. El intenso azul del mar me recordó a los ojos de Luna, pero el color de los suyos era más vivo y profundo; además, y sinceramente, me gustaban mucho más. Sentí una pequeña punzada en mi mente y me giré hacia ella, pero su pelo le tapaba la cara y evitaba que pudiera verle el rostro. El resto del camino lo recorrimos en silencio maravillados con la belleza del mar y de sus playas de arena blanca, la imponencia de los altos acantilados y la fuerza de las olas contra sus rocas. Una casa preciosa, pero sorprendentemente humilde era la morada del señor. Sin lugar a duda que era grande, aunque sin tantos ornamentos como esperaba al principio. Las paredes estaban pintadas de un limpio color blanco, las vigas de madera soportaban los numerosos balcones y el tejadillo de la fachada, la alta hierba rodeaba la casa y le daba un toque rústico y sobre la puerta descansaba el escudo de los nobles. Sin embargo, no vimos ningún guardia en la entrada ni en el camino, ni siquiera cuando salió un joven vestido con una túnica blanca junto a una joven con la misma indumentaria. Por un momento me recordó a Andrew por su piel bronceada, pero duró solo unos instantes. Ojos marrones, nariz recta y ancha, rostro bien definido y pelo corto, un perfil general que la chica rompía con sus grandes ojos marrón claro, su pelo largo negro y rizado, su figura elegante y sus rasgos faciales que me recordaron a los comerciantes de Oriente. Se pararon en seco cuando nos vieron en los límites de la casa, los saludamos con la mano y nos acercamos cautelosos.
—Hola. — Les saludó Carlos. — ¿Está aquí el señor de estas tierras?
—En estos momentos está fuera. — Respondió el joven. — ¿Quién lo pregunta?
—Solo unos viajeros que buscan descansar. — Contesté bajo la capucha.
—No queremos bandidos. — Repuso haciendo chascar los dedos y los soldados salieron de debajo de la hierba. — Marchaos.
—Solo queremos hablar... — Dijo Markus con la voz temblorosa.
—No te precipites. — Le advertí con un tono glacial. — Deja que nos expliquemos.
—Prendedlos. — Ordenó testarudamente el muchacho, los soldados nos rodearon apuntándonos con sus lanzas.
—Parece que no hay otra manera. — Le dije a Sally con burla.
—Ahora no es momento de bromas. — Contestó deslizando los dedos a la funda del arco.
Por dentro de la capa, agarré los mangos de mis cuchillos y los saqué con cuidado de sus vainas. Un soldado percibió el movimiento bajo la capa y trató de darme con la lanza. Por acto reflejo, golpeé con los cuchillos el mástil convirtiéndolo en astillas y el impacto lo mandó lejos. Le lancé los cuchillos a Luna desenvainando las espadas y como si lo hubiéramos entrenado, todos nos pusimos espalda contra espalda con las armas en ristre y a la espera. Los soldados y sus superiores se quedaron de piedra.
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Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.
AdventureEl Equilibrio es la fuerza que sostiene la realidad, pero la guerra entre los dos Dioses Primordiales ha inclinado la balanza hacia el lado de la destrucción. Con el Dios de la Vida encarcelado en las Tinieblas por su hermano divino, la tarea recae...