Capítulo 9. "Lumine" (Corregido)

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Capítulo 9

Lumine

Las voces empezaron a hablarme de nuevo diciéndome que ya había hecho suficiente y que lo dejara todo para entregarme al vacío. La sensación de flotar en la nada no me gustó nunca. Sin embargo, en esa ocasión no estaba tan débil antes y me sobrepuse.

—¡Lux! — Llamé. — ¡Lux! — No supe cuánto tiempo pasé llamando al dios, pero, tras un rato, contestó.

¿Por qué has vuelto? — Me preguntó con un deje de enfado.

—Yo también me alegro de volver a hablar contigo. — Le espeté al dios sin perder la calma. — Necesito que me ayudes.

¿Con qué? — Me preguntó.

—Necesito que me digas cómo expulsar a las Sombras de un cuerpo. — Le contesté.

Es algo relativamente fácil para un Descendiente, solo tienes que cortar la conexión que une la Luz de la persona con la Sombra. — Me explicó. — Aunque se tiene que hacer pronto si no, se convertiría en un Corrompido.

—¿Y cómo se corta esa conexión? — Hacía esfuerzos por no escuchar las voces del limbo.

La Luz se puede convertir en una espada. — Dijo, enigmático. — Usa esa espada para cortar la conexión.

—¿Y en el hipotético caso de que le sucediera a uno mismo? — Pregunté, aparentemente inocente.

Que necesitarás a alguien que la corte por ti, no puedes hacerlo tú solo. — Respondió. — Tu Luz empieza a apagarse, Ángel.

—Lo sé. — Mi cuerpo daba vueltas. — Consiguieron un poco de mi sangre.

Te haré un favor por esta vez. — Una sensación cálida me subió por el pecho. — Cortaré la conexión con esa Sombra y recompondré tu Luz.

—¿No era que los dioses no pueden librarnos de nuestros males? — Repetí las palabras de Michael.

Mis Ángeles no pueden libraros de vuestros males, yo sí. — Me reprendió.

—¿Qué quieres a cambio de esto? — Le pregunté.

Solo quiero que completes tu misión y que me liberes de esta horrible prisión. — Contestó. — Ahora vuelve, te queda mucho camino que recorrer.

—No me apetecía mucho quedarme aquí, la verdad. — Convine.

Buena suerte, Ángel. — Me dijo dando el asunto por zanjado.

—Ya. — Me resistí a regresar. — ¿Me ayudarán los Ángeles si los necesito?

Hasta la próxima. — Se despidió sin responder.

No hice ningún intento de volver a llamarle, habría sido inútil. Volví a sentir que subía hacia la superficie de un lago y desperté. La luz del sol naciente se filtraba a través de mis párpados cerrados y la brisa matutina me revolvió el pelo que se me había soltado de la coleta. El frío del estanque empezó a subirme por el cuerpo y decidí salir del agua para no enfermarme y, aunque solo estaba mojado de cintura para abajo, la brisa no me ayudaba a entrar en calor. Era primera hora de la mañana y estaba solo en el templo, Michael se había marchado, pero me dejó una toalla para secarme. Tras rehacerme la coleta, vestirme y recuperar mis pertenencias, me senté con la espalda apoyada en el altar de la estatua para sondear tranquilamente mi mente y mi Luz en busca de algún rastro de la Sombra, no quedaba nada. Pude respirar tranquilo, ya ni Denes ni las Sombras podrían seguir indagando en mis pensamientos así que me levanté y emprendí el camino de vuelta. Cuando llegué a la plaza, las tiendas ya estaban abiertas y el olor a pan recién hecho inundaba el ambiente. Compré una pequeña hogaza y volví a casa de Michael mientras me comía el pan recién hecho. Sabía a gloria incluso cuando me la acabé al detenerme ante la entrada. Abrí la puerta y me encontré a Michael saliendo de la cocina con una bandeja llena de fruta y a Luna profundamente dormida en la silla recostada sobre la mesa y arropada con una manta sobre el vestido de anoche. Había cumplido su palabra de esperarme. Michael dejó la bandeja en la mesa y me hizo señas para que entrara en la cocina, entré después que él.

Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora