Capítulo 14
Escapamos al Este hacia Kartag
Cabalgábamos al trote para no cansar más a los caballos. Me dolía todo el cuerpo y todavía tenía medio dormido el brazo derecho, ya me había comido tres tiras de carne seca del tirón. No había podido recuperar el cuchillo que le había lanzado a Máximo cuando revisé el lugar de la pelea para asegurarme de que no había sangre mía que pudieran usar. Estaba despejado y atento, pero tenía los ánimos bastantes bajos. El sol golpeaba con fuerza sobre nosotros, lo que no me ayudaba a mejorar mi humor, aunque Markus se encargó de mi problema.
—¿Qué es lo más duro que tiene un herrero que no sea su yunque? — Empezó. — Pues su...
—¡No necesito saberlo! — Soltó Sally acompañada con siseos del dragón.
—Iba a decir su martillo. — Se evadió con una sonrisa pícara. — No hace falta ponerte así.
—Qué vulgar. — Masculló nuestra amiga, pero me reí sin evitarlo. — ¿Qué es tan gracioso?
No pude contestarla, me agarraba el estómago mientras me doblaba de la risa y me mantenía como podía en la silla. Me reía con tantas ganas que empecé a contagiarles la risa; Markus soltaba risotadas con Carlos, Michael reía mientras Brontë esbozaba una gran sonrisa, Luna, que estaba a mi lado, dejaba escapar risitas cantarinas y Shalia nos acompañó finalmente, aunque al principio se resistió. No me hizo gracia el chiste en sí, pues era horrible y vulgar como lo había descrito Sally, lo que me hizo estallar de la risa es que a pesar de todo nos lo que nos había pasado hasta ese momento, seguíamos comportándonos como si nunca hubiera ocurrido nada. Eso fue lo que me hizo sentir alegre. Ese buen momento acabó con todos nuestros problemas, todos acabamos serenándonos, incluso Brontë se disculpó disimuladamente con Sally y Airún. Los ojos dorados del dragón brillaron con más intensidad y se desperezó de su cuello. Se quedó en su hombro izquierdo estudiándonos a todos con ojos avizores a la vez que el sol arrancaba brillos de sus escamas y le aportaban al rostro de Sally un brillo misterioso, me pregunté si yo me veía igual con Giles.
—Pareces un héroe de leyenda. — Me dijo la voz de Luna en mi mente.
—Prefiero parecer un chico con su halcón. — Contesté con modestia.
—Entonces trata de controlar esa aura de poder que emanas. — Me sugirió.
—¿En serio? — Pregunté. — ¿Desde cuándo?
—Ya la tenías, pero desde que Giles está contigo, ha aumentado. — Respondió.
—Tendré que controlarla, ¿no crees? — Dije. — No quiero llamar la atención.
—Atrae a la gente. — Soltó con un tono un poco más agresivo. — Aunque no te des cuenta, todos te miran disimuladamente... y no con tanto disimulo a veces.
—Eso será un problema para pasar desapercibidos...
Un pensamiento pasó tan fugazmente por la mente de Luna que creí que lo había imaginado, me pareció sentir celos. Abrí la boca para hablar, pero la voz de Michael me interrumpió.
—Hemos llegado. — Bajó del caballo. — Me adelantaré para avisar al resto. — Tras sus palabras, entró en un bosquecillo como el que había sido testigo de mi último enfrentamiento.
Tras unos minutos, fue Brontë acompañado de Markus y Carlos seguidos por Sally y Luna dejándome el último. Cuando se internaron lo suficiente como para que no pudiera verlas, seguí su rastro. Los árboles estaban incluso más juntos y la luz era casi nula, pero no me era un impedimento. Escruté el entorno, nada. Los gorriones cantaban tranquilamente, pero el chasquido de una rama rota hizo que me girara justo en el momento que una mano me cogiera de la capa y tirara de mí hacia el suelo. Di una voltereta y me levanté rápidamente. El asaltante vestía una capa negra con capucha, la cual le tapaba el rostro, y la empuñadura de una espada asomó de su cinturón. Trató de agarrarme; aunque mis reflejos y mis aptitudes físicas estaban por encima de la mayoría, el extraño era capaz de seguirme el ritmo. Después de un breve forcejeo, conseguí empujarlo y sacar el puñal del cinturón. Levantó las manos en señal de rendición e, imprudentemente, bajé la guardia. De una rápida patada, levantó una nube de polvo que me cegó y evitó que esquivara el puñetazo en el abdomen. Me inmovilizó con una sorprendente velocidad y me colocó el filo del puñal en el cuello.
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Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.
AdventureEl Equilibrio es la fuerza que sostiene la realidad, pero la guerra entre los dos Dioses Primordiales ha inclinado la balanza hacia el lado de la destrucción. Con el Dios de la Vida encarcelado en las Tinieblas por su hermano divino, la tarea recae...