Capítulo 6
Hacia Lumine
Llegamos al pueblo que había mencionado Markus antes de lo previsto, aunque más que pueblo, parecía un campamento militar. A pesar de encontrarse relativamente cerca de las montañas, la muralla estaba construida solamente con madera y la guardia de la ciudad constaba de tan solo veinte soldados según lo que nos dijeron los habitantes. Sin embargo, no íbamos a arriesgarnos de nuevo a viajar de noche y decidimos quedarnos en la única posada del asentamiento que ni siquiera tenía nombre, pero que estaba tan limpia como la de Mard. Alquilamos tres habitaciones; para Markus y para mí, para las chicas y para Denes que prefería dormir solo y sin mezclarse con la clase baja. Giles no dejó de vigilarlo en ningún momento. Dejamos las bolsas en las habitaciones y bajamos al comedor común a cenar algo. El agradable posadero y su servicial mujer, Marco y Frida, nos sirvieron un poco de cordero asado con pan que compartí con Giles y, al acabar de comer, volvimos a nuestras habitaciones.
—¿A dónde vas? — Le pregunté a Markus que volvía a salir por la puerta.
—A dar un paseo, necesito pensar. — Me contestó.
—Vale, ve con cuidado. — Le despedí.
—Descuida. — Me dijo saliendo de la habitación.
—Creo que empieza a sospechar. — Observó el halcón.
—Ya somos dos. — Convine mientras me quitaba la capa y sorprendía a Giles.
—Avisa antes de hacer eso, casi me caigo. — Me reprendió recuperándose y posándose a los pies de la cama.
—Lo siento. — Me disculpé, sonriendo inocentemente. Giles suspiró, un suspiro mental que me hizo sentir escalofríos.
—Tengo que marcharme otra vez. — Me dijo, apesadumbrado.
—No puedes irte ahora. — Le contesté subiendo el tono de voz. — Las Sombras están cerca y no sé qué hacer contra ellas. — Le recordé dejando la capa sobre la cama.
—No te preocupes, no te dejaré desprotegido ante esos seres. — Me tranquilizó. — Voy a darte el primer don de tu Protector.
—¿Tan pronto? — Me sorprendí. — ¿No dijiste que necesitaba entrenamiento?
—Sí, pero ya estás preparado para recibir la visión de tu Protector pues, como halcón, te daré mi visión, la Visión de la Luz. — Me contestó. — Acércate y arrodíllate. — Así lo hice.
Lo siguiente fue muy extraño. Giles puso sus alas sobre mis sienes, fijó sus ojos ambarinos sobre los míos y empezó a murmurar palabras ininteligibles en mi mente, pero se escuchaban lejanas como los truenos de una tormenta a leguas de distancia. Al rato, las palabras empezaron a subir de tono y los ojos del halcón empezaron a emitir un débil brillo; mi pulso se aceleró y empecé a tener mucho calor como en Mard. No paró de murmurar y me apareció un incipiente dolor de cabeza. La vista se me nubló y los párpados me pesaban, pero Giles no paró. Unos instantes después, me desmayé. Cuando desperté unos minutos después, el halcón me estaba observando desde los pies de la cama y me incorporé con una fuerte jaqueca. Me froté las sienes y detrás de las orejas para hacer remitir el dolor; me sentí un poco mejor.
—¿Te encuentras bien? — Me preguntó tras un ataque de risa.
—No tiene gracia. — Repliqué. — No quiero repetirlo.
—No estés tan seguro, este ha sido el primero de los muchos dones que te puedo otorgar. — Me dijo. — ¿Notas algo diferente?
—Como si mi cabeza fuera un melón maduro al que reventar contra el suelo. — Contesté todavía sentado en el suelo.
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Las Crónicas Del Descendiente I: El Medallón de Lux.
AdventureEl Equilibrio es la fuerza que sostiene la realidad, pero la guerra entre los dos Dioses Primordiales ha inclinado la balanza hacia el lado de la destrucción. Con el Dios de la Vida encarcelado en las Tinieblas por su hermano divino, la tarea recae...