Muchas cosas habían sucedido en estas dos semanas.
Los dolores de cabeza habían desaparecido, junto a la conciencia altanera que me había acostumbrado oír.
Durante estas dos semanas Sibel había sido la encargada de evaluar mi progreso en los entrenamientos, siendo ella misma mi instructora. Estuve sufriendo de dolores musculares gracias a su duro proceso de ponerme en forma. Según ella tenía que estar en buena condición si quería escapar de una criatura dispuesta a matarme.
En uno de esos días tortuosos había tenido curiosidad por las armas que había visto cargar a otros chicos, por lo que pregunté acerca de eso. Sibel me contó que aquellas armas habían sido creadas por sus propios dueños, también me aconsejó empezar lo mas pronto posible con la mía porque según ella podría utilizarla en el momento menos oportuno.
El único problema era el siguiente: No sabía cómo hacer armas. Llegue a pensar tomar una rama y utilizarla como lanza pero, de acuerdo a Sibel, debía de tener algo de metal. Al parecer todas las mutaciones odiaban el metal.
Eso me traía al lugar donde me encontraba ahora: un depósito, o algo parecido. La verdad no sabía cómo describirlo, el lugar estaba al aire libre a unos trecientos metros de las chozas. No había mucho de donde escoger, pero la creatividad de algunos era sorprendente. Jonny, hermano de Sibel, había creado una lanza con sólo un abrelatas y alfileres. Rousse, una chica de baja estatura, estaba enredando unos cables en lo que parecían un montón de estacas.
Y yo sólo me limitaba a ser su espectadora.
Antes habían más personas en el depósito, pero con forme pasó el tiempo sólo quedamos tres. Maldije interiormente mi manía de hacerlo todo sola, si se lo hubiera pedido a Elián no estaría tardando tanto... No. Él tenía cosas más importantes que hacer en lugar de ocuparse de mí, además en los últimos días apenas lo había visto. Esa era otra de las curiosidades que habían pasado, al parecer Elián se estaba sobrecargando de trabajo en la enfermería para evitarme.
—¡Listo! —Jonny empuño su lanza con orgullo—. ¡La terminé!
—Ojalá no la rompas esta vez. —comento Rousse sin mirarlo.
Los había conocido hoy, al inicio pensé en ignorarlos, pero ambos habían terminado metiendo las narices en mi búsqueda de herramientas. Se me fue imposible tratarlos como desconocidos después de su bombardeo de preguntas acerca de Dagon.
Dagon... podría sonar infantil, pero lo había estado evitando. Estaba confundida, y hasta no aclarar mis pensamientos no pensaba acercarme a él. La situación empeoraba con mis pesadillas, en donde veía a un chico pelinegro destripar a una chica albina para después volverse a mí y susurrar macabramente 'sigues tú'
—Calla. —susurró Jonny—. ¡Ya sé! ¿Por qué no nos acompañas en el entrenamiento, Morgan?
Rousse planto sus pequeños ojos marrones sobre los míos, esperando una afirmación. No la conocía mucho, pero se notaba su disgusto en pasar tiempo a solas con Jonny.
—Sibel me hará hacer sentadillas si no hago algo para el atardecer.
Jonny hizo una mueca, imaginaba que él se hacía una idea de lo que su hermana me haría si incumplía una orden, eso me aterró.
—Entonces... ¡Nos vemos en la cena! —Jonny me sonrió, y me dio unas palmaditas en la cabeza.
—No te esfuerces tanto. —murmuró Rousse. Supongo que viniendo de ella eso era lo máximo que conseguiría.
Los vi alejarse con sus armas en mano, y me alegré. No era nada buena socializando, pero ellos habían sido tan amables y persistentes como lo fue Elián. ¿Así eran todos aquí? Quizás no, pero me alegraba que Rousse y Jonny me hallan hablado.

ESTÁS LEYENDO
Lost
FantasyElla sólo deseaba escapar, incluso aveces quería escapar de su propia madre. ¿Quién podía culparla? Su madre era una alcohólica que se aprovechaba de sus cualidades; sin embargo, ella amaba a la señora que parecía despreciarla. Lo que no sabía era...