Junio, 1999.
Una joven de cabellera blanca caminaba tranquilamente por un bosque casualmente despejado. Su vestido blanco ondeaba a medida que avanzaba hacía su destino; un claro a casi mitad de aquella área forestal.
Conforme continuaba con su camino, varias sombras se movían, respondiendo a la muda invitación de la joven a caminar con ella.
Con aquella compañía, siguió con su travesía hasta por fin llegar al claro dónde sería su reunión.
—Te demoraste. —dijo una voz llena de acusación. El chico de cabello negro la veía entre triste e indignado, pues sabía que a ella no le importaría como se sentía respecto a su tardanza en un día tan especial.
—Llegaste antes. —fue la respuesta de la joven sin hacer algún saludo en específico. Movió un poco su mano y una deforme sombra salió disparada hacía ella.
El chico no contesto, se limitó a admirar el perfil de su amada como si fuera la primera vez que la veía. Adoraba todo de ella. Era ese ser perfecto que siempre esperó. Además de inteligente, hermosa, ella poseía uno de los dones elementales más poderosos hasta ahora conocidos. Nunca creyó conocer a alguien así. Quizá el único defecto que tenía era su frialdad hacia él, y hacia los demás. El único al que mostraba aprecio era a su propio hermano.
Pero estaba dispuesto a cambiar eso, quería convertirse en aquella persona especial para ella, pues desde que la vio por primera vez supo que sus destinos estaban entrelazados. Sólo tenía que hacerle entender que él era el indicado para hacerla feliz. Sin embargo, primero debía conseguir apartar esa mirada gélida de sus llamativos ojos. No se rendiría hasta conseguirlo, porque la amaba. Y haría lo posible para que ella correspondiera sus sentimientos.
Actualidad
Hundí mi rostro en la almohada, estaba demasiado exhausta como para mantener los ojos abiertos por más tiempo. Mi cabeza parecía palpitar por toda la información que acababa de recibir. Sólo quería descansar al menos cinco minutos antes de que Elián interrumpa en la choza.
El grueso libro que Darío me había dado descansaba ahora a un lado de la almohada, lo había leído sin descanso desde ayer. No había salido a comer por tratar de terminarlo, y es que en aquel libro explicaba todo acerca de los dones. Además habían diferentes datos e historias que parecían simplemente creadas por alguien aficionado a la fantasía.
Ahora entendía porque Darío no quiso decirme nada al principio, algunos puntos eran demasiados complejos como para entenderlos en una explicación.
Como en el origen de los dones. Según el libro, todo inició con un grupo de amigos con habilidades excepcionales. No mencionaba su origen, sólo recalcaba lo importante que fueron eliminando cualquier tipo de amenaza que pusiera en riesgo la raza humana. A ellos se les llamó caballeros.
En antigüedad existieron cinco de ellos. Cinco hombres con múltiples habilidades desconocidas que traían estabilidad entre el mundo de los hombres y el suyo.
Como prueba de su cariño a la humanidad, transfirieron algunos de sus dones a las personas más cercanas a ellos. Eso ocasionó la codicia de muchos, por lo que un grupo de personas con ayuda de un científico capturaron a uno. Lo hirieron, torturaron, sólo para que les pasarán sus dones. Cosa que no sucedió, pero el caballero estuvo al borde de la muerte pues, a pesar de parecerlo, no era inmortal. Para que no muriera, el científico lo trasformó en una criatura que no debió existir. Recibió el nombre de la bestia.
Aquella cosa fue el terror en esos tiempos, mató no sólo a personas, también llegó a matar a dos de sus compañeros cuando estos trataron de liberar a su amigo de lo que creyeron una maldición. El par de caballeros que quedó se encargó de exterminar a la criatura con sus dones; la bestia murió.
Pero los caballeros restantes sabían que muy pronto seguirían a sus camaradas al más allá, por lo que no sólo transfirieron sus dones a personas cercanas, si no a cualquiera con corazón noble.
Conforme pasaron los años esos dones fueron evolucionando, aquellas personas que poseían un don no lo podían trasferir, no directamente. Así que los dones empezaron a transferirse de generación en generación.
—¡Qué confuso! —me quejé tanteando la cama en busca del libro. Aún me faltaba la sección de criaturas y plantas para acabarlo. Y francamente no estaba segura de querer saber qué tipo de animales eran los que desconocía.
Suspiré en cuanto las yemas de mis dedos rozaron la superficie de cuero del libro. Volvería a leerlo, así aplazaba la lectura sobre criaturas, y me aseguraba de no haber pasado nada por alto. La información ocasionaba mareos en mi cabeza, pero me había cansado de seguir al margen respecto a este mundo. Necesitaba saber más.
Daba gracias a Darío por el libro, aunque no me había esperado obtenerlo. Lo único que había querido era una explicación, y obtuve un paseo junto a un libro gratis.
FlashBack
El silencio se extendió por al menos cinco minutos más. La verdad era que empezaba a ponerme nerviosa, y a considerar la posibilidad de levantarme y correr lejos de aquellas expresiones.
Sin embargo algo impidió que huyera; un recuerdo. El recuerdo de mi madre pidiendo que encontrará a Dagon, y que confiará en Darío. Ella los conocía, o conoció. El asunto era que ahora ellos estaban frente a mí y seguía sin saber la relación que tenían ellos con ella.
—¿Me acompañas a dar un paseo? —Darío se levantó y me tendió caballerosamente la mano. Dude por unos instantes, pero al final termine por aceptar con un pequeño movimiento de cabeza.
Al principio pensé que me explicaría la importancia de poder tocar a Dagon, pero no fue así. Me habló de como una persona desarrollaba su don. Y aunque estuve confundida, no lo interrumpí.
Él me dijo que primero empezabas a sufrir cambios referentes a la clase de don que se te era heredado. Dependiendo de eso seguían los demás síntomas. Darío me contó el caso de Elián. Sucedía que él había tenido una afiliación inmediata a la naturaleza, según Darío una vez lo encontraron durmiendo entre muchas lianas entrelazadas con su cuerpo.
Para todos era algo diferente, me contó él. En su caso había experimentado quemaduras de tercer grado de la nada. Claro que ellas sanaron, pero dejaron en Darío en dolor que según él nunca en su vida olvidaría. De eso se trataba todo: dolor. Los dones elementales traían consigo un gran peso sobre los hombros de su portador, y era experimentar el dolor en la forma más pura posible.
Cuando confesó aquello me espanté, era como si los dones tuvieran conciencia propia y midieran la capacidad del usuario. Eso me asustó, pero Darío me tranquilizó diciéndome que sólo pasaba con algunos en específico, otros podían ser como el de Elián. Todo dependía de la naturaleza del don que heredabas por familia.
Darío también me contó algo respecto a Dagon que no terminaba de entender: "Él puede ser calmado, o extremadamente impulsivo. Cuando lo sepas, no lo juzgues".
Fin del FlashBack
Después me había entregado el libro que seguía sin poder terminar. No creía poder hacerlo si la misma pregunta seguía rondando una y otra vez por mi cabeza. ¿Qué clase de don tenía?
Había experimentado desmayos, eso podría contar como uno de los síntomas. Pero en el libro no había ningún don que involucre desmayarse hasta de aburrimiento. No, debía de ser otra cosa.
En ese momento recordé la pregunta de Elián. ¿Y si de verdad estaba embarazada? No era posible siento todavía virgen, pero en la Biblia Maria se embarazó del espíritu Santo, así que podía ser una posibilidad.
Eres realmente ingenua.
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Lost
FantasíaElla sólo deseaba escapar, incluso aveces quería escapar de su propia madre. ¿Quién podía culparla? Su madre era una alcohólica que se aprovechaba de sus cualidades; sin embargo, ella amaba a la señora que parecía despreciarla. Lo que no sabía era...