— ¿Sabés por qué estoy aquí, cierto? —. Dijo la figura difuminada de un chico dándome la espalda. No reconocía su voz, no sabía quién era, pero sin duda se trataba de alguien que conseguía lo que quería, de alguien impotente. Lo sabía por la forma en la que pronuncio sus palabras, o tal vez era la posición dominante en al que estaba, todo él me daba una mala espina.— Vienes por ella —. La sensación que tuve al escuchar esa voz tan conocida para mí me hizo trompezar con lo que sea que había detrás.
Al parecer eso llamo la atención del chico ya que se volteo con una mirada acusadora hacía mí dirección.
— Se debió haber hecho hace mucho, y lo sabes —. No entendía como es que el chico le hablaba a mi mamá con tal familiaridad, como si la conociera. Y tampoco entendía el por qué ella se dejaba, a mi madre nunca le gustó que la tutearan.
— Es una cría —. Fue la respuesta de ella.
— Una cría que pronto cumplirá los dieciséis. Lía, no puedes seguir ocultándola, no con ellos detrás de ti —. Sus ojos no se habían despejado del lugar dónde me encontraba, pero parecía como si no me viera realmente, aquellos ojos oscuros aún escaneaban la zona en la que me había caído sin reparar en un lugar específico. Él no me veía.
— Morgan —. Ignoré el molesto sonido y me removí un poco intentando encontrar una mejor posición para mi cabeza. Escuché un par de risas y a la misma voz llamarme otra vez, pero no conteste —. ¡Señorita Mclair! —. Levanté la cabeza con pereza del hueco que había hecho con mis brazos para poder dormir, y miré el amargado rostro del profesor de Química que me observaba con su ceño fruncido de desaprobación, y esa mirada que probablemente decía 'Te reprobaré de mi curso' —. Ya que estuvo totalmente concentrada en la clase, no le molestará hacernos una presentación de como encender una bombilla con sólo dos cables y una batería recientemente usada, ¿verdad?
Apreté los labios, quería decir 'Sí, me molesta', pero eso equivalía a una visita al despacho del director, y no quería tener que causar más problemas a mi mamá, suficiente tenía conmigo. Me levanté del asiento no muy segura de que hacer, el profesor me hizo una seña para que me apresurará al frente donde casualmente había una mesa con un extraño circuito sobre ella.
— Te apuesto diez dólares a que no lo hace —. No me volví, tenía una idea de quién había dicho eso, y lo peor es que lo dijo lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan. Hasta el profesor, pero éste no hizo nada.
Me coloqué detrás de la mesita y tome los dos cables de conexión en una mano. Puede que prefiera dormir a prestar atención, pero había visto a mi madre hacer esto algunas veces con papel aluminio y algunos clips, no debía de ser muy diferente. Pelé los bordes del cable con una de las herramientas que estaban al lado de la batería, y cuando estuve totalmente segura de que estaba listo, enrolle un extremo en la cola de la bombilla.
Me dispuse a hacer lo mismo con la batería. Pero ni siquiera llegué a tocarla cuando las luces empezaron a parpadear, y como el laboratorio de química estaba en una parte del colegio dónde no habían ventanas... Todo se descontroló; El profesor pidió calma, pero decirle que se calmaran a un montón de adolescentes era igual a provocar una estampida en cualquier momento. Y cuando las luces se apagaron completamente, eso fue lo que pasó.
Conté alrededor de diez segundos antes de que las puertas del laboratorio se abrieran de golpe y todos salieran despavoridos por ahí. Yo fui la única que quedó parada como una total inútil, ya que había escuchado los pasos pesados del profesor ser el primero en salir.
— ¿Qué...? —. Bien, quizás no había sido la única. La voz adormilada de Elián provino de algún lugar al frente a mí —. ¡Oh dios! ¡Estoy ciego!
— No estas ciego —. Apreté más la bombilla en mi mano por el repentino deseo de salir. Aunque era probable que los pasillos estén igual de oscuros que lo estaba el laboratorio, así que no habría mucha diferencia.
— ¿Morgan? ¿También estás ciega? —. Quise darme un golpe en la pared más cercana por aquella pregunta más estúpida. Sólo Elián podía preguntar eso.
— No, y tú tampoco lo estas —. Escuché como suspiraba con alivio y luego como intentaba juntar lo que supuse eran sus cosas.
— ¡Que alivio! Pensé que usaría esos bastones que usan los ciegos toda mi vida... Espera no, eso sería fantástico. Conseguiré uno de esos bastones algún día, y lo usaré para gobernar a las palomas. ¡Seré el ser supremo de las palomas! —. Me quedé completamente callada, no me sorprendía ni impresionaba su actitud. Él siempre había sido así de extraño. Y eso sólo me alentaba a buscar una salida, pero primero tenía que conseguir que Elián saliera para poder ir por mis cosas y salir. No pensaba quedarme en el colegio si tenía un problema con la electricidad, prefería mil veces pasar el resto de horas que quedaban de clases al aire libre —. Hablamos mañana.
— ¿Ah? —. No es como si me sorprendiera mucho, veía a Elián la mayoría de días, pero casi nunca hablábamos. De hecho creo que está era la tercera vez que me hablaba en toda la mitad del año escolar.
— Somos compañeros, ¿no recuerdas? Oh, cierto, estabas durmiendo... bueno, el profesor nos asignó a ambos un trabajo sobre las moléculas, o yo que sé, me dormí después de que dijera eso.
— Esta bien —. Murmuré no muy segura, Elián no sólo era conocido por sus bromas a los adultos, si no también a algunos chicos del colegio, ¿está era una broma? No me sorprendería si lo fuera.
— ¡Genial! Hasta mañana —. Casi me podía imaginar su sonrisa de duende que posiblemente puso antes de salir.
Bien, ahora volvía a estar atrapada con la oscuridad. Intente no darle mucha importancia a la extraña sensación que volvía a sentir, era como si alguien me miraran. No, era como si muchos ojos mirarán cada movimiento que hacía, y eso me podía los pelos de punta.
— ¿Qué...? —. Alejé mi mano bruscamente de la mesa cuando sentí algo húmedo ahí. Mi corazón empezó a acelerarse ante las imágenes de charcos de sangre que mi cerebro reproducía en mi cabeza.
Sólo es agua, intente convencerme mientras apretaba más la bombilla contra mi pecho. Limpié mi mano izquierda en mis desgastados vaqueros y deseé por un momento que la bombilla se prendiera. No quería tener que caminar hasta mi lugar por mis cosas y tropezar con algo. Además, quería comprobar
Derrepente sentí un cosquilleo en la palma de mi mano derecha, fue muy leve, pero no lo suficiente como para no sentirlo. Luego, la bombilla empezó a parpadear hasta emitir una tenue luz que alumbró lo suficiente como para confirmar que sólo era agua con lo que me había mojado.
Solté un suspiro de alivio al ver que no era sangre lo que sentí, pero luego caí en cuenta que la bombilla que seguía sosteniendo empezaba a brillar cada vez con más intensidad.
Solté de golpe el objeto que automáticamente perdió su luz al chocar con el suelo y hacerse añicos. Retrocedí hasta chocar contra las puertas del laboratorio. Tenía la respiración acelerada, y mi cerebro buscaba alguna explicación lógica para lo que acaba de vivir, la bombilla no estaba conectada con la batería. Esa frase anuló cualquier pensamiento lógico e hizo que mis manos empezarán a sudar.
Busqué torpemente el picaporte de la puerta intentado salir de una vez, no importaban mis cosas, ahora sólo quería irme.
Cuando por fin pude salir al pasillo comprobé que había tenido razón; el pasillo también estaba en total oscuridad. Desesperada por encontrar alguna señal de luz, empecé a correr sin importarme en que dirección lo hacía, o si me tropezaba con algo.
Sólo quería alejarme lo más posible del laboratorio de química de una maldita vez.
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Lost
FantasyElla sólo deseaba escapar, incluso aveces quería escapar de su propia madre. ¿Quién podía culparla? Su madre era una alcohólica que se aprovechaba de sus cualidades; sin embargo, ella amaba a la señora que parecía despreciarla. Lo que no sabía era...