"A la cama"

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Luego de eso, Aimé entró a la casa.
-Hola, Camile. -le besó la mejilla- Hola, bebé. -lo levantó y le besó toda la cara.
Algo que había aprendido en este tiempo era que los bebés de los lobos crecían más rápido.
-¿Y Scott?
-En el despacho. -le contestó la madre de los chicos.
Aimé se dirigió ahí, con el pequeño y entró sin tocar.
-Hola, Scotty. -se acercó.
Él no la miró y eso le pareció muy extraño.
-¿Pasa algo? -terminó de acercarse y le acarició la cabeza.
-No creo que sea buena idea esto de que te cuide un vampiro y su ejército. -la miró, con cara de enojo.
-¿Por qué? -se sentó sobre su regazo.
-Lo hace por "amor" y, ¿qué pasará cuando el enamoramientotermine? -apretó su cintura.
Ella salió del despacho, dejó al bebé junto a su madre y volvió.
-¿Y yo de quién estoy enamorada? -tomó su rostro, con ambas manos.
-¿De él? -se veía tan triste que Aimé sintió como se le estrujaba el corazón.
-No, creo que no. -lo besó y él le devolvió el beso.
No era apasionado y cargado de deseo, sino que era ese tipo de besos que demuestran todos los sentimientos que se tienen.
-Te amo, mi luna, y siempre te voy a amar. -le dió un pequeño beso y abrió los ojos.
-Yo te amo más, mi Alpha.- recostó la cabeza en su pecho y le dió un beso en el cuello- Nunca lo olvides. -se aferró a él, sin querer soltarlo nunca.
Scott hizo que pusiera las piernas en su cadera y subió con ella a la habitación.
La acostó en la cama, le sacó la ropa y le puso una camisa suya. La levantó y la acomodó entre las suaves sábanas.
Se cambió y se acostó a su lado.
-Te amo, mi amor, te amo mucho. -ella se acostó sobre él, lo abrazó y besó su pecho.
-Yo te amo mucho más, Lunita. -le susurró, acariciándole el cabello- Me moriría si algo te pasara.
-No me va a pasar nada. -le aseguró ella- Porque estás conmigo, estoy segura. -subió la cabeza y lo besó.
Un beso que fue subiendo de nivel, hasta que ambos se tocaban deseosos.
-Debes dormir. -le susurró él, sin despegar sus labios.
Ella no le hizo caso y devoró sus labios, refregando su pelvis con la de él.
-No hagas eso. -gimió él. Tomó su trasero y lo apretó, haciendo que ella gima y su lobo aulle del deseo.
-¿Qué cosa? -le preguntó con la voz cortada- Esto, -pegó sus pelvis, de manera brusca- esto -atacó su cuello, besando, lamiendo y mordiendo- o quizá, te refieres a esto. -se sacó la camisa.
-Basta. -en su voz se notaba la excitación. Ella sintió un bulto entre sus piernas.
-Como digas. -besó su mejilla y se acomodó a su costado, quedando dormida, casi al instante.
El se rió, porque sabía que ella lo había planeado. La abrazó y se durmió.

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