Reino vampírico

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Habían recorrido todo el castillo y Victory aún no aparecía.
El recinto constaba de más de treinta habitaciones, en donde se hospedaban el rey, sus hermanos y los miembros del consejo con sus familias. Un recibidor, dos salas, una para los invitados y otra para reuniones; tres baños, aparte de los de las habitaciones; un comedor y una cocina.
El castillo estaba rodeado por otras casas, con el mismo aspecto medieval.
-Bien, esto es todo. -Maxon abrió sus brazos señalando todo el lugar- No sé donde están mis hermanos.- se encongió de hombros- ¿Me acompañas a hacer un anuncio? -ella asintió y él la tomó de la mano, para llevarla a una tarima, en el centro de la plaza- Tranquila, es fácil. -le susurró al oído, cuando notó lo nerviosa que se ponía mientras los vampiros se acercaban. No había soltado su mano, por lo que le dió un apretón cariñoso y Aimé le sonrió.
-Empieza de una vez. -el rey, rió bajo y se dispuso a hablar.
-Bien. -hablaba en un tono normal. No lo habrían escuchado, los de lejos, si no hubieran sido vampiros- Les presento a Aimé, mi protegida. -exclamaciones de asombro se escucharon por todo el lugar- Saben lo que significa, aquel que la toque morirá. -sentenció.
-Pero, es humana. -se escuchó una voz femenina.
-Así es. -contestó, con voz más grave de lo normal- ¿Te molesta que lo sea? -se le acercó y, aunque no gritó, pareció, por unos segundos, el ser más aterrador.
-N...no...no, su Alteza. -agachó la cabeza, en señal de respeto.
La morocha vio, como todos bajaban la cabeza y se sintió mal.
-Maxon. -lo llamó, en un susurro. Él se acercó y, con temor, le tocó la cara- No deberías ser tan duro, me parece que entendieron.
-¿Y qué quieres que haga? -junto sus frentes- ¿Qué espere a que te maten? No puedo, entiende, no lo soportaría. -le susurró, como si de sólo pensarlo sufriera.
-No digo eso, -se aclaró la garganta- a lo que me refiero es, que podrías tratarlos mejor. -acarició sus mejillas, en un intento de hacerlo entender-¿Ves? Yo no grito ni intimido, pero, sin embargo, me entiendes. -lo miró a los ojos- No hay necesidad de ser malo o tratarlos mal. Si me entiendes, ¿por qué ellos no lo harían?
-Quizá, -se separó de ella y se puso un dedo en el mentón, como si pensara- porque son vampiros. -lo dijo en tono de obviedad.
-Claro, porque eres un siervo. -escupió, cada palabra, con un sarcasmo único.
El castaño comenzó a reír a carcajadas y se escucharon, algunas otras risas de fondo.
-Ya...ya, creo...creo que entendí t...u punto. -le dijo, entrecortado por la risa.
Ella sonrió angelical y lo abrazó.
-Sabía que lo harías. -le susurró al oído- Ahora, -se alejó lo suficiente como para verle la cara-¿me acompañas a buscar a mi...-fue interrupida por un grito, ensordecedor.
-¡Aimé! -y el grito agudo era de Victory.
-¡Aimé! -ahora el grito era de Eiden.
Corrieron hacia ella y la abrazaron.
-Hola. -les dijo y los abrazó con todas sus fuerzas.

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