Mi profesor dice que uno solo escribe cuando la tristeza lo inunda.
No sé como sentirme al respecto, es un argumento que no puedo refutar.
Pero heme aquí, entonces, escribiendo de nuevo.
Creo que ha vuelto.
De las rutinas de invierno, mi preferida fue enamorarme de quien no debía.
Pues ya es primavera, y parece que nunca aprendo.
Yo a vos ni te vi
no vi tú mano cuando tomaste la mía para decirme tú nombre
me tomó dos días recordarlo
No vi tus zapatos sucios
cuando caminamos por todo el lugar, dejando pedacitos de un desastre regados a nuestro paso,
migajas de pan de una catástrofe sin precedentes.
No vi, esos primeros días, como los anteojos te quedaban muy grandes
y se te resbalaban ocasionalmente por el puente de la nariz,
o como te reías de mis chistes tan malos.
Todo esto lo notaría después,
cuando ya fuese muy tarde.
No sé si vos me miraste
no sé si viste mis zapatos blancos que ya parecían negros de tanto caminar
con vos por todo el lugar,
o mis lentes falsos que suelo usar para verme más interesante.
No sé si lo notaste antes
o lo notaste cuando ya era muy tarde.
Llegamos al punto donde ya no hay vuelta atrás, me temo.
Me dijeron que te vieron besando a la del cabello claro y ojos azules.
Sos un cliché ¿No?
Yo me quedo aquí,
en el lugar de siempre,
por si querés volver algún día.
Voy a estar escribiendo poesía,
quizá por un largo rato,
quizá toda la vida.
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Esto no es un libro.
RandomExisten libros de todo tipo, pero este no es un libro ni una historia. Esta soy yo, en palabras.