Capítulo 13. Vampiros

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Los primeros días de las vacaciones no fueron tan entretenidos. Sai y Val aun debían asistir a la EUniversity. Thaly había sido rotunda al decir que debían terminar las clases y no contaron con ningún tipo de apoyo en la casa. Así que la rutina de los Adams siguió, solo que esta vez Samantha no era la que asistía. Sin embargo, seguía practicando su control energético en casa. Y en las noches, entre risas y risas seguía practicando con sus amigos.

Había pedido a sus amigos que le avisaran a Ythan. Por una extraña razón, odiaba que él no hubiese llamado otra vez, «cosa que hubiese hecho si en verdad estuviese interesado» se decía a si misma Samantha, así que le envió el recado, con la única intención de que él no se olvidara de ella, y para que supiera, que ella tampoco se había olvidado de él.

—La verdad es que se sorprendió mucho— dijo Val— pero dijo que estaba bien, como si el tuviese que aprobarlo o que se yo. Es un presumido para serte sincera.

Cuando Sai entró al baño, Val aprovechó para decirle a Samantha

—Me preguntó aparte que si Sai también se estaba quedando aquí. Le dije que sí y te juro que pensé que vomitaría en mis zapatos. —Val estaba guiñándole un ojo con complicidad a Samantha; esta volteó los ojos, y cuando su amiga no veía sonrió con disimulo.

Thaly debía recordarles mil veces en las noches que era hora de dormir. Se quedaban hasta tarde viendo películas, hablando, riendo. Para cuando las vacaciones comenzaron ya no había ninguna restricción de horario que valiese la pena imponer.

Los días avanzaban con rapidez. Todos los días los amigos salían de la casa por el simple placer de poder hacerlo. Paseaban por plazas, parques y más de una vez por la playa a donde Enrique los llevaba temprano en la mañana y los recogía al salir del trabajo. Las navidades llegaron en tan solo un parpadeo y los sorprendieron a todos con muchísimos regalos. Su abuelo les había regalado entradas al cine para una semana. Su abuela les regalo ropas y prendas al igual que Thaly, que completó con zapatos para Sai y sandalias para Val y Samantha. El regalo de los muchachos para los adultos fue la cena, así que ese día desde temprano y bajo la mirada angustiada de Elia, hicieron la cena de navidad para un batallón completo.

Samantha había mejorado con notoriedad su control en levitación, salvo uno que otro accidente por culpa de Enrique y Sai que decidieron jugar en el aire a los avioncitos con los cubiertos, se desempeñó con agilidad en la cocina.

Se sentaron los seis en la mesa, y su abuela, como también era tradición, encendía una vela azul con una foto de su hijo Ánthon, guardaban un minuto de silencio y dedicaban una pequeña oración por él.

—Siempre lo hacemos en su cumpleaños, en la fecha de su muerte y en las navidades— susurró Samantha a sus amigos.

Pasadas las festividades, solo quedaba realizar la cuenta regresiva antes de comenzar las clases. Si los amigos pensaban que los días de las vacaciones habían pasado en un suspiro, los días previos a las clases se iban tan rápido como un latido de corazón. Decidieron usar las entradas para el cine la última semana. Sacarían el máximo provecho a sus últimos días de vacaciones. El placer de todos era el mismo: Películas. Todas las noches unían dos de las tres camas y hacían maratones, turnándose la oportunidad de escoger el género o la película. Esa noche el tema del maratón era vampiros noides, cosa que disgustó a Val, aún no superaba aquel vampiro que brillaba en la oscuridad, o al de los dientes largos como si fuese un conejo. En definitiva no había un solo vampiro que a ella le hubiese gustado, prefería la versión de vampiros de Ann Rice o incluso los de L.J. Smith.

Siendo así, mientras Sai y Samantha veían la película, Val había caído rendida. En realidad la película era muy mala, pero por cuestión de orgullo los muchachos permanecían despiertos.

Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora