Capítulo 11. Aliado Sorpresa

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Minutos antes él caminaba sin rumbo definido por la universidad cuando un ruido se mezcló dentro de sus auriculares e interrumpió a Aerosmith. Se quitó los audífonos y esperó que el ruido se repitiera; cuando pensó que no volvería a sonar, escuchó un golpe fuerte y pasos de alguien corriendo. Ythan debía pasar desapercibido pero no podía obviar su curiosidad. Se acercó hasta una ventana y vio a Samantha que corría posesa por el campus.

Maldiciendo por lo bajo fue tras ella, sabiendo que nadie corría así si no huía de algo. Para su horror, cuando ella se había volteado la encontró calada hasta los huesos de lluvia y sangre. Parecía una criatura herida, indefensa y entonces se arrojó a sus brazos. Sabía que debería mantener la distancia pero no pudo evitar estrecharla contra su pecho.

—No hay nadie, se ha ido —le informó Ythan cuando regresó jadeando— el salón estaba en orden, tuvo que haber arreglado todo antes de irse. Limpiar las huellas

Se arrodillo delante de Samantha y abrió su bolso. Sacó una camiseta y le frotó los brazos de donde seguía saliendo un hilillo fino de sangre.

—No son profundas pero creo que has sangrado bastante. Muéstrame el cuello.

Samantha echó la cabeza hacia atrás obedeciendo e Ythan no pudo evitar las mariposas que retumbaron por un segundo en su estómago. Sin embargo, espantó la sensación y se acercó a examinarla.

—Esta es más grande aunque no necesitarás puntos. La sangre de esta zona fluye como loca porque hay muchas venas capilares —explicó mientras desgarraba su camisa.

Amarró cada una de las tres partes de camisa en cada brazo, y la tercera se la colocó a modo de bufanda. Cuando terminó tomó los hombros de Samantha y los apretó un poco como diciendo: «ya estás bien».

—¿Cuándo vienen a buscarte?... —le preguntó pero Samantha se mantuvo en silencio— ¿Me estás escuchando?... Samantha, ¿estás bien?

—S... si.. ehm... mi mamá debe estar por llegar pero... no me puede ver así.

—Tienes que contarles... Esperaré contigo hasta que ella llegue.

—No hace falta que lo hagas.

—Igual lo haré.

Samantha asintió. La lluvia había cesado, así que regresaron hasta el estacionamiento a esperar.

—Disculpa por haberte dañado tu sudadera y tu camisa —dijo ella mirándose el brazo donde los retazos envolvían las cortadas.

—Han tenido días peores y no me molesta la sangre... a diferencia de los mocos, esos si son otra cosa —soltó con un extraño humor.

—¿Qué? —preguntó confundida.

Samantha alzó su vista para ver su expresión y descifrar lo que estaba diciendo y para su sorpresa consiguió una sonrisa ladeada, de esas del tipo sexy. Ella le dedicó una tímida sonrisa en respuesta.

En ese momento un carro entró en el estacionamiento, era Thaly. Se levantaron del piso donde habían estado esperando para ir al encuentro del vehículo, pero cuando Samantha intentó dar un paso se mareó e Ythan la tuvo que sostener rápidamente en sus brazos.

—Creo que has perdido mucha sangre. Te acompañaré hasta el auto. No creo que puedas llegar sola sin antes rodar por el campus.

—No, yo pue...—intentó decir cuando se volvió a marear— Está bien.

Thaly vio a su hija caminar abrazada con un muchacho que no había visto antes, parecía mayor para ella y con un aspecto rebelde y desaliñado, del tipo peligroso para cualquier adolescente. Cuando Samantha comenzó la universidad Thaly sumó a todos sus temores la realidad de que su hija podría conseguir un novio y se prometió a si misma que le daría espacio, que no criticaría y que esperaría a que ella se lo contara; así que eso fue lo que intentó recordar cuando aquel chico mas grande que su hija, la venia abrazando.

Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora